Un poco de buen rock
Y he llegado al último de los tres eventos principales que deseo compartir con ustedes en esta saga llamada Era de conciertos, el inicio. Esta vez, se trata de Bruce Kulick en Lima, 2006. Una vez más, les comento que el texto que viene a continuación, que incluye las correcciones que podrán observar en determinados puntos (siguiendo la explicación al inicio de la parte 2), se encontraba en un archivo que edité por última vez el 17 de agosto de 2010, al igual que para los dos eventos anteriores (es más, descubrí, al leer el texto nuevamente, que lo escribí ese mismo año). Los dejo con la historia.

Había visto en la página de Vaderetro que Bruce Kulick, un ex guitarrista de Kiss que había estado con la banda por casi 12 años, se iba a presentar en Perú y Chile. Su concierto en Lima se efectuaría el 16 de diciembre en la discoteca Barza, en el Centro Comercial Marina Park.
Mi experiencia con los espectáculos musicales había ya iniciado, y el siguiente punto en la cronología sería este show. Tenía que asistir. A pesar de que estaba volcado totalmente hacia el heavy metal y las bandas que más me gustaban eran Iron Maiden y Judas Priest, en una época anterior Kiss había estado entre mis grupos número uno. Era una forma de honrar ese pasado, vivir una gran noche y pasarla de maravilla escuchando a un guitarrista de alto calibre interpretando el tipo de música de mi preferencia -en éste caso, desde una perspectiva más general; no olvidemos que el sonido de Kiss es, principalmente, hard rock-. Pero la razón más importante era, por supuesto, presenciar un concierto en vivo de Bruce Kulick mismo, por lo que es y representa.
Al igual que en el
concierto de Paul Dianno, algunos meses atrás, Bruce Kulick ofrecería
una firma de autógrafos. Lo que no se había anunciado era que solo las personas
que tenían entrada VIP podían acceder a la firma, que se iba a realizar el
mismo día del concierto, unas horas antes de los recitales. La gente se enteró
de la noticia cuando ya estaban haciendo cola para ingresar a la zona donde se
encontraba Bruce. ¡Gracias a Dios que había adquirido ése tipo de entrada!
En realidad, no sé si fue una cuestión de desorganización, pero, para los dos tipos de entrada, VIP y General, el espacio en la “arena” iba a ser el mismo. No tenía ningún problema con ese detalle, sin embargo, si iba a ser así, ¿para qué colocar dos precios? En cuanto a la aparente desorganización, el detalle de la firma habría sido para subsanar la brecha. Todo esto es solo una suposición. Seguro estoy equivocado y sí estuvo pensado desde un inicio…
Bueno, nuevamente como en el concierto de Paul Dianno, iba solo. Me hice presente dos veces: en la primera, mi mamá me llevó en carro a Marina Park. Una vez allí, fui a recibir el brazalete para la entrada al local, di una mirada general al interior, donde ya se estaba llevando a cabo la exposición del material de Kiss -más adelante comentaré más al respecto-, y, luego, regresé a mi casa. Era de tarde. Esperé un tiempo, una hora y media o dos aproximadamente, y regresé al local, esta vez por mi cuenta, y me quedé allí definitivamente hasta la finalización del espectáculo.
Ese día no solo se presentaría Bruce Kulick, acompañado de músicos peruanos -los integrantes de Tráfico, a quienes ya había visto en vivo en el concierto de Paul Dianno; buena banda-, sino también un grupo llamado Tributo a Kiss Perú, la banda de soporte. Montarían un buen show. Posteriormente hablaré de su presentación.
El evento, en sí, formaba
parte de una Kiss Expo en la cual el invitado especial era, por supuesto, Bruce
Kulick. Recuerdo que estaba a la venta una gran cantidad de suvenires de Kiss,
así como su discografía y la de otras bandas, como Iron Maiden. Los CDs,
según los percibió mi vista, eran de segunda mano. Pregunté cuánto costaba el
álbum A real live-dead one: me
indicaron un precio alto y también que éste se “podía conversar”. Sólo buscaba
interacción.

Y llegó la hora de hacer cola para la firma de autógrafos. Una vez ubicado, íbamos avanzando poco a poco. Mientras los demás llevaban sus cámaras digitales, yo tenía mi cámara de rollo, “la inacabable”. En realidad, las cámaras de rollo son ampliamente utilizadas en la actualidad por la calidad de las fotografías que permiten obtener. Muchos emiten opiniones basándose en conceptos errados. Sin embargo, posteriormente, ya empezaría a usar cámaras digitales. ¡Su practicidad es una bendición!
En la cola se habían formado personas con la entrada General y la VIP. Como lo mencioné anteriormente, no se había anunciado, previamente al evento, que la firma sería para las entradas VIP ni tampoco, creo, que habría firma. Cuando los roqueros iban llegando al límite de la fila a esperar su pase directo hacia la zona donde estaba Bruce, los que habían comprado la entrada General tenían que enfrentar la desilusión de que no iban a poder ingresar. La organización debió haber comunicado los detalles de la firma con anticipación, con el fin de haber evitado este tipo de problema, o discriminación, diría yo.
Cuando me encontraba cerca del final de la fila, decidí tomarle un par de fotos a Bruce, quien ya aparecía en mi rango de visión. Apenas tomé la primera, el guardia de seguridad, muy molesto, me dijo que aquello no estaba permitido mientras no hubiera entrado a la zona. ¿Acaso habían comunicado dicha indicación previamente? Nuevamente, no. Incluso, me amenazó con sacarme de la cola y creo que también del local. No podía darme tal lujo. Supongo que algunos, al no conocer los derechos de las personas, actúan instintivamente basándose en la ignorancia que los envuelve. Fue una situación que murió de forma rápida, y no valía la pena, en absoluto, “resucitarla”. Además, estaba concentrado en lo que sucedería cuando se llevara a cabo mi turno.
El guardia dio la indicación de las fotos, luego, a los demás que se encontraba[n] cerca en la cola. Sin embargo, después de un rato, los flashes de otras cámaras aparecieron, personas que no conocían la “indicación”. Estaban en su derecho: la regla no se había difundido de forma adecuada, si es que siquiera hubo el intento por parte de la empresa promotora.
Bueno, entré hacia donde estaba Bruce. En principio, lo saludé con un apretón de manos. Me sentía tranquilo, levemente confiado. Le di a Bruce el folleto del Psycho Circus y él colocó su firma en la portada. Me hubiera gustado prepararme mejor, ya que Bruce no era parte de Kiss cuando ése álbum fue lanzado. Luego, le pedí tomarme una fotografía con él. Le había dado la cámara a un chico que apoyaba con las fotos, lo cual me pareció excelente. Noté que tuvo leves dificultades con mi cámara; en sí, creo que se sorprendió o, incluso, confundió, por el hecho de que no haya llevado una digital. En fin, agradezco encarecidamente su presencia.

Me despedí de Bruce con otro apretón de manos y él me agradeció, no sé por qué. Devolví el agradecimiento, recogí mi cámara y me retiré. Había utilizado el inglés para comunicarme, a pesar de que los intercambios de palabras fueron casi nulos. Necesitaba incrementar mi nivel bastante si pretendía entablar una conversación en alguna oportunidad similar. Sin embargo, lo más importante era que quedaba para el “libro” que había conocido y entablado comunicación directamente con Bruce Kulick. Muy buena experiencia y muy buen recuerdo, definitivamente. Y al escribir estas palabras, mientras escucho el Unplugged, la gloria de dicha memoria cobra una vitalidad renovada.

Durante la espera para el inicio de los conciertos, canciones de Kiss empapaban el ambiente. Algunas de ellas, como Heart’s on fire, serían tocadas más adelante. Llegué a comprar varias Barena personales, una cerveza que hacía poco había ingresado al mercado peruano. No sé cuántas tomé: por lo menos, cuatro. Sin embargo, me sorprendió que no me causara casi ningún efecto: su contenido de alcohol debía de ser bajo. Por eso, repetía. Recuerdo que los mozos eran muy atentos, lo cual se vio opacado cuando me comunicaron que debía dejar la mesa en que me había ubicado en un momento para que una parejita engorrosa se siente, ya que iban a “consumir” –“al menos, más que yo”, pensé (las cervezas estaban relativamente baratas).
Llegó el momento del primer concierto. Aún no había dejado de llegar la gente. Salió Tributo a Kiss Perú a escena. Estando todos vestidos y maquillados como los mismos integrantes de Kiss, su repertorio estuvo compuesto por canciones de épocas pasadas de la banda, como Deuce y I was made for loving you. Fue un buen concierto. Hubo nitidez en el sonido, los músicos tocaron sus instrumentos con precisión y estuvieron coordinados e, incluso, la banda (o, específicamente, el intérprete de The Demon) escenificó el momento en que el bajista real de Kiss expulsa “sangre” por la boca. Estuvo bien preparado, una buena ejecución; sin embargo, eso no evitó que algunos amargados frustrados demostraran su molestia con gestos y palabras, aunque solo fuera entre ellos mismos, quienes alegaban que era, en pocas palabras, una tontería innecesaria dado que no se trataba de los Kiss originales.

Al final, la banda se llevó un merecido aplauso por su presentación y esfuerzo, y se dio paso a la última espera.
Haciendo un paréntesis, a continuación les cuento dos momentos en donde primó el aspecto “sin vergüenza” de los peruanos (no todos, obviamente), lo cual es adicional a algunos detalles que ya he mencionado en este relato:
- En un momento cuando se estaban probando los instrumentos, uno de los que estaban en el escenario (me parece que fue el bajista y cantante de Tráfico, si mi vista e instinto no me fallaron), para probar el micrófono, empezó a hacer agudos, los que, por cierto, sonaban ridículos. Creo que era por el momento en sí y, en parte, su voz. Es la única vez que he visto a alguien probar el sonido del micrófono de esa manera antes de un concierto (al menos, hasta el presente año, 2010). Sin embargo, fue su decisión hacerlo así y punto. No ofendía a nadie. A pesar de esto, alguien le gritó, con relativa molestia: “¡Cállate, oe!”. ¿Era necesario? De hecho que no, ¡aunque pudo sonar gracioso! No obstante, la falta de respeto era evidente.
- Estábamos en medio del concierto de Tributo a Kiss Perú. No había mucho amontonamiento de gente, por lo que cada uno tenía su espacio. Me encontraba relativamente cerca del escenario, ubicado hacia la parte izquierda. Más atrás y a la izquierda había mesas a las cuales la gente podía sentarse. Justamente, dos personas veían el concierto desde allí. Lamentablemente para ellos, un espectador que estaba parado cerca de mí obstruía parte de su visión. Los de la mesa le gritaron que se mueva a un lado. Él, con todo el derecho del mundo, se volteó y les dijo con tono de molestia: “Yo también he pagado mi plata para estar aquí”, y se quedó en su lugar. Aunque pudiera parecer una situación de cada día (en Perú), fue una respuesta inspiradora, no solo por el mensaje, sino también por la valentía implícita. Defiende tus derechos a toda costa siempre.
No fue mucha la espera esta vez en relación con la salida a escena de Paul Dianno, en el concierto al que había ido anteriormente. Iba llegando cada vez más gente al local, hasta que llegó el momento: apareció Bruce Kulick con su banda de turno, los peruanos de Tráfico, a quienes vería por segunda vez. El público se emocionó, y con mucho sentido. Los seguidores de Kiss son muy leales y los puedes encontrar en cualquier parte del mundo. Era obvio que una ocasión como esta iba a generar gran expectativa.

La presentación estuvo muy buena, definitivamente. Se llegaron a tocar grandes clásicos como, por ejemplo, Lick it up, Unholy, Forever, Heaven’s on fire y un extracto muy coreado -y por el cual Bruce nos felicitó- de God gave rock & roll to you, donde solo sobresalieron la guitarra de Bruce y el público, recreando ese sentimiento que se vive en los grandes festivales. También se tocó un tema que el propio Kulick cantó, aunque no destacó por su voz. Además, se interpretó una canción instrumental compuesta por el guitarrista mismo, la cual tenía un ritmo rápido, un sonido clásico de roqueros y una dinámica que podía llenarte de energía.
Aproximadamente, una vez transcurrido más de medio concierto, el vocalista de la banda (no era [fue] el bajista, en este caso [por cierto]), sin previo aviso, anunció que se iba, lo cual sorprendió a todos, incluyendo al mismo Kulick. Según la información que conseguí posteriormente, tenía otro concierto con otra banda al que asistir. Gran irresponsabilidad. En un acto que puede considerarse heroico, un vocalista de la banda anterior, Tributo a Kiss Perú, subió al escenario y se ofreció para cantar. Recuerdo el momento cuando Bruce preguntó: “Is he able to sing?” aún sin salir de la sorpresa. Fue bizarro ver el resto del concierto con todos, excepto el “nuevo” vocalista, vestidos como roqueros y/o metaleros, y él, con su pantalón tejano arañado y un polo rojo, dado que ya se había vestido con ropa común y corriente luego de haber usado el atuendo del miembro de Kiss que le correspondía en su presentación anterior; aunque llegué a acostumbrarme. Al fin y al cabo, la atención siempre se vuelve a enfocar en la música y los intérpretes -en este caso, principalmente, en Bruce y su guitarra- por sí sola.

Fue un buen festival, los últimos dos conciertos que iba a presenciar aquel año. Al salir todos del Barza, al costado había otro local en cuya puerta, que daba paso a un ambiente de música fiestera (parecía una discoteca), estaban parados dos muchachos que se encargaban de la entrada al mismo. Lo gracioso fue que aquellos muchachos nos miraban y exageraban su ridículo baile sobre su mismo sitio, siguiendo el ritmo de la música que sonaba en su zona. Claramente, una especie de provocación. Realmente, a nadie le importó. Los roqueros y metaleros no tenemos tiempo para estupideces y, más bien, preferimos quedarnos con el recuerdo del gran momento vivido.
El año entrante se vendrían conciertos gloriosos, pero ya los contaré en su momento.
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