Rata Blanca y más
Aquí, el texto del primer festival de conciertos (o concierto, en general) que iba a presentarles. La última vez que edité el archivo donde escribí esta historia fue el 17 de agosto de 2010 (por el registro del Word). Lo que leerán está tal como lo había escrito hace ya bastantes años, excepto por breves modificaciones: la corrección de una vocal y una preposición, y la adición de palabras o frases entre corchetes para reemplazar datos, añadir precisiones y reformar oraciones a raíz de estos últimos dos tipos de cambios.
Espero lo disfruten.

Y el día llegó. Me enteré tarde del evento, por lo que compré las entradas el mismo día en la mañana -digo “entradas” porque iba a ir con mi amigo Álex-. Mi emoción, a medida que pasaban los minutos, no conocía otra cosa que no fuera crecer. También estaba un poco nervioso, ya que iba a ser el primer concierto al que tomaba realmente en serio, al que realmente quería ir, por el que sentía fuertemente que tenía que estar ahí.
La banda principal era Rata Blanca -se trataba de un festival metalero-, y era lo primero que saltaba a la vista en el afiche. Sabía que Rata Blanca llegaría a Perú previamente a ver el afiche, y fue lo que me hizo pensar: “Vienes escuchando metal por años, ¿cómo podrías perderte este concierto?” Totalmente decidido, fui a comprar las entradas lo más pronto posible (ya había llegado acordado previamente con Álex para ir).
Bueno, nos encontramos en Plaza San Miguel y partimos hacia el Vértice del Museo de la Nación. Una vez allí, vimos la inmensa cola de metaleros que esperaban a que ésta empiece a avanzar. Nos sumamos a ella y estuvimos esperando más de dos horas antes de que esto sucediera, ya que se retrasó el inicio de las presentaciones. Estuvimos hablando durante todo el rato, por lo que esas horas no se sintieron.
INICIA SERES
Una vez adentro, ocupamos nuestro lugar. Logramos ubicarnos en la segunda fila de la sección intermedia. Teníamos buena visión del escenario. Esperamos un rato más para que diera inicio la primera presentación: los peruanos de Seres. Yo, simplemente, emocionado.
Los de Seres no fueron tan bien recibidos como ellos esperaban. La gente pedía a otro grupo peruano que se iba a presentar, uno con más historia y trascendencia en la escena metalera peruana, Orgus; en parte, porque, como ya se conoce, los peruanos normalmente tienden a ser irrespetuosos. Se notaba el disgusto del vocalista, quien se lamentaba diciendo: “¿Orgus? Vamos…” Sin embargo, en pleno concierto estuvo lanzando CDs al público.
A pesar de que a su presentación le faltó atrevimiento y más explosión, lo hicieron bien. Sus canciones no están nada mal. Quedará en la historia que fue el primer grupo metalero que presencié en vivo (aunque tienden más al hard rock). Eso sí, al final de su presentación, a manera de venganza por el mal trato del público, hicieron algo que me hirió el alma (y seguramente no fui el único).
De repente, iniciaron The trooper de Iron Maiden -una banda por la cual moriría-, y en un instante la emoción de nosotros, el público, creció exponencialmente. Fue un cambio total. Se acercaba la primera línea de la canción y yo me venía preparando para cantarla con todas mis fuerzas -justamente, la primera línea es cantada sin ningún acompañamiento musical (al igual que las tres líneas siguientes, pero con un breve arreglo instrumental entre línea y línea)-. Y llegó el momento -encima, el vocalista estaba flameando una bandera peruana en la previa-: todo el lugar, a una sola voz, dejó escuchar “You’ll take my life, but I’ll take yours too!” Canté esta línea con cero por ciento de afinación pero harta fuerza (y claro, ¿cómo no estar emocionado si en el primer festival de heavy metal que asisto, aparte del simple hecho de tratarse de este tipo de música, una de las bandas toca un tema de Maiden?)
Pero, inmediatamente después, perforando el sentimiento generado con un tridente y arrastrándolo por un camino rocoso, para luego arrojarlo al abismo, los de Seres dejaron de tocar la canción, con lo cual nos dejaron a todos en el aire y en la más profunda impotencia -es más, creo que el vocalista ni siquiera llegó a cantar esa primera línea-. Aunque desprecié esa acción, reconozco que fue una excelente idea para una venganza: tocaron nuestras almas valiéndose de Iron Maiden para luego darnos una estocada en el corazón, y así ver nuestra ilusión morir y a nosotros caer. Metafóricamente, nos hicieron vivir lo que aquella primera línea expresa.
Con esa farsa, Seres acabó su presentación; se retiraron entre silbidos y abucheos. Cada vez iba llegando más y más gente. Entre la presentación de los peruanos y la banda que seguía transcurrió un buen rato, el cual lo pasé hablando con Álex mientras escuchábamos todos algunos clásicos de ACDC a través de los inmensos parlantes del lugar.
DESLUMBRAN BRASILEROS DE MIRACLE
De repente, entramos en un ambiente oscuro mientras se expulsaba humo en el escenario para crear misterio. En eso, desde nuestra vista, al lado derecho del escenario apareció un presentador, quien introdujo a la banda cuyo turno había llegado: los brasileños de Miracle. Recorrieron más de 5000 Km. para llegar a Perú, y no fue en vano. Aparte de que nos patearon el trasero con ese power metal tan espectacular, fueron muy bien recibidos y aclamados en todo momento.
Miracle, banda cuyas letras incluyen inglés y portugués, arrasó con el lugar y, junto con Rata Blanca, fue la banda cumbre de la noche. La potencia que emanaban y las hermosas melodías que prodigaban, especialmente las que venían de la voz, fueron realmente intensas. Capos en su estilo, gran dominio del escenario, excelente transmisión de potencia y estructuras melódicas instrumentales y vocales fabulosas… Miracle tiene las ideas muy claras. ¡Luego debe de haber tenido dolor de nuca el de los teclados debido al aspa de molino que nos dejó ver girando de forma incansable su cuello mientras su larga cabellera formaba un círculo tras otro!
Fue, definitivamente, un momento memorable. Su repertorio se acababa, pero el público quería más. Incluso -no sé si inicialmente lo programaron-, el baterista hizo un solo que incluyó, en su mayor parte, la famosa samba brasilera. ¡Qué calidad vocal, qué potencia, qué instrumentación! Miracle llegará lejos, lo sé. Sólo espero que firmen los contratos adecuados.
LA POTENCIA COLOMBIANA VIENE CON LEYEND MAKER
La espera se hizo bastante larga, nuevamente, para el inicio de la presentación siguiente. La gente aguardaba por esta presentación y, principalmente, la de fondo. Hasta que llegó el momento: los colombianos de Leyend Maker aparecieron en escena. De principio a fin, nos arrollaron con un power metal con una fuerza incontenible. A pesar de su buena performance, el público parecía estar un poco molesto por la excesiva espera previa a su concierto; pero esto no impidió que se entregue una cantidad de aplausos merecida a la banda luego de cada canción.
Recuerdo cuando el vocalista mostró su satisfacción con la cantidad de público que había asistido al festival. Sin embargo, esta cantidad seguiría aumentando progresivamente hasta un lleno total en la presentación de Rata Blanca. Leyend Maker supo ganarse al público no solo con su música, sino también con las palabras que nos dirigía su vocalista cada cierto tiempo durante su presentación. Excelente concierto y excelente actitud de los colombianos. Espero que regresen pronto.
ORGUS, FUERZA Y GARGANTA DE ACERO
La espera para la banda siguiente fue más corta que la anterior, pero aun así larga. Los que fueron pedidos durante la presentación de Seres al inicio salieron al escenario. Orgus causó gran sensación entre el público cuando apareció para ofrecernos un poco de su música. Aunque solo interpretaron tres canciones, debo decir que la energía que proyectaron -y que se reflejó desde el público- fue suficiente como para cubrir una presentación mucho más larga.
Un thrash metal atronador, para romper la cabeza, fue lo que nos presentó Orgus aquella vez. Fue otra excelente presentación, llena de energía y fuerza, las cuales podíamos llegar a sentir hasta en las venas debido a la voz estridente de su vocalista. ¡Qué voz tan peculiar y qué manera de cantar! Su voz no se destaca por su claridad y armonía, sino por su fuerza extrema, y es con esta misma fuerza con la que constantemente nos animaba y nos pedía gritar.
Jamás olvidaré las palabras introductorias que hizo el vocalista al segundo tema que interpretarían, Levanta la cara. En ellas nos decía que, pasara lo que pasara, el orgullo de un metalero debería estar siempre por encima de cualquier situación.
En un momento durante las primeras presentaciones, un metalero se metía entre las filas repartiendo volantes que promocionaban lo que sería un sueño hecho realidad: Paul Dianno, vocalista original de Iron Maiden, y quien cantó en los álbumes Iron Maiden y Killers, arribaría a Perú para ofrecer un concierto que sería espectacular. Ya hablaré del tema en su momento.
ARGENTINOS DE RATA BLANCA HACEN SENTIR TODO SU PODER
Y al fin, lo que todos esperaban con más ansias, la salida al escenario de Rata Blanca se hizo verdad. Aunque no fue exactamente así como iniciaron su presentación. El lugar se oscureció y el humo cubría el escenario. Desde el fondo del mismo se proyectaba una luz estable de color azul oscuro, o tal vez morado oscuro, o ambos, no importa. Era una vista tenebrosa. El emblema de Rata Blanca se dejaba ver en grande en la pared trasera del escenario (donde había estado durante todo el festival).
De repente, se empezó a escuchar el intro de su último álbum, La llave de la puerta secreta, lo cual hizo más tenebroso el momento. Una vez finalizado, se iluminó el escenario, el humo se hizo a un lado, apareció Rata Blanca e interpretó el tema que lleva el mismo nombre del álbum mencionado -por cierto, Rata Blanca estaba de gira promocionando este álbum, el cual [fue] merecidamente [nominado] al Grammy Latino por [mejor álbum de rock vocal por un dúo o grupo] el 2006-.
La canción es simplemente espectacular y escucharla en vivo aquella vez fue lo máximo. Justamente, la venía escuchando repetidas veces previamente al festival; es una de los mejores de Rata Blanca. Tiene fuerza, velocidad, evoca emociones intensas, la creatividad instrumental realza el mensaje profundo de la letra y la interpretación en vivo es maravillosa. Además, presenta una clara influencia de Yngwie Malmsteen en los solos -uno de los mejores guitarristas en la historia de la humanidad.
El concierto continuó y se tocaron canciones como Volviendo a casa, La canción del guerrero, Aún estás en mis sueños, Guitarra española, Solo para amarte, [alguna balada entre] Cuando la luz oscurece [y] Blues [no podría recordar cuál], Agord, la bruja, Chico callejero, Guerrero del arco iris y un solo de diez minutos (que incluyó Preludio obsesivo) de Walter Giardino que nos pateó el trasero a todos los presentes, entre otras.
Cada canción te tocaba el alma, no solo por su naturaleza, su ritmo y letra, sino también por la forma en que era interpretada. ¡Qué excelentes músicos! ¡Qué pedazo de guitarrista y de vocalista! Walter Giardino y Adrián Barilari, al igual que los otros integrantes de Rata Blanca -Fernando Scarcella en la batería, Guillermo Sánchez en el bajo y Hugo Bistolfi en los teclados-, son un símbolo de la escena del heavy metal latinoamericano y mundial.
Adrián se quejó algunas veces del sonido y nos preguntaba si se escuchaba bien, a lo que nosotros respondíamos: “¡Yeah!” Y la verdad es que, en mi opinión personal, se escuchaba bastante bien desde donde yo estaba.
El penúltimo tema que interpretó Rata Blanca fue aquella balada magnífica que todos conocemos y que es un ícono en todas sus giras: Mujer amante. Espectacular. Barilari nos dejó cantar la mayor parte de ella, y solo intervenía en ciertas secciones. ¡Y cómo no pensar en mi estrella dorada cuando la cantaba!
La banda cerró con otra canción de otro mundo, la magnífica La leyenda del Hada y el Mago. Saltos y pogos sin parar. Ícono también de toda gira. Y es que la canción lo tiene todo: es ágil, potente, posee un trabajo instrumental tremendo, unos solos maravillosos, la historia es estupenda y motivadora. La contundencia es total.
Aquel 14 de julio de 2006 me desperté sabiendo que iría a un concierto de heavy metal, sabiendo que viviría una gran experiencia. Pero fue un momento específico, durante la presentación de Rata Blanca, en el que me di cuenta de que esta actividad, la de asistir a conciertos metaleros, sería la que, junto con jugar al fútbol, disfrutaría más en toda mi existencia y marcaría mi vida para siempre.
Fue una gran sensación la que sentí en ese momento, una mezcla de alegría, motivación, inspiración, libertad, fuerza… Y gloria. Y es que el heavy metal trasciende la música y llega a ser un estilo de vida -si no, pregúntenle a Dave Mustaine, líder de Megadeth, quien expresó este pensamiento; ciento por ciento acertado, por cierto.
Un día para el recuerdo. Canté y grité todo lo que pude. Jamás olvidaré las veces en que grité con toda mi alma “¡Raataa!” dejándome escuchar por sobre el vocerío generalizado, en los espacios entre canción y canción. Jamás olvidaré este día, por el festival en sí, por ser el primero y porque me marcó para toda la vida.
Gracias, Dios, por este maravilloso regalo, el heavy metal.
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