Los diarios, como bien es sabido, incluyen una sección de opinión donde, a lo largo de una semana, rotan un grupo de columnistas que escriben sobre la coyuntura actual en temas variados -por lo general, política-. A veces hay, además, columnistas diarios. Pero no solo en la sección de opinión aparecen columnas, valga la redundancia, de opinión, sino que estas acompañan otras secciones del diario. Ya depende de la estructura que este posea.
Habiendo dicho esto, el diario que leo en Perú se llama La República (LR), al cual guardo aprecio. LR cuenta con una sección llamada La Contra, que, en la versión impresa, ocupa la página de cierre a cara entera y se compone de dos notas: una entrevista a algún artista joven (por lo general) y una columna de opinión. Es una sección de predominancia cultural y urbana, aunque la columna, distribuida entre escritores/as diversos/as, a veces se decanta por el lado de la política (dependiendo del columnista que lo decida).
LR es un medio privado y, como es natural, se actualiza periódicamente. Hasta aquí, todo bien, todo tranquilo. Entonces, ¿qué pasó? Resulta que, a fines del año pasado, por las columnas de dos personas que venían escribiendo en La Contra, me enteré de que el diario estaba impulsando cambios para 2020, como parte de los cuales se iban a redefinir las columnas de opinión.
La segunda persona que leí al respecto fue José Carlos Agüero, un académico y poeta, con un duro pasado, que recién el 2019 había empezado a escribir para LR. José Carlos es alguien a quien admiro y al que hago referencia en esta otra publicación. Su última columna se llamó “Cultura al final de la década” (28/12/2019), la cual inicial así: “Se acaba el año, la década y también esta columna, que duró un suspiro”. Luego, pasa a dejar su mensaje, donde reflexiona sobre la necesidad de democratizar la cultura (en relación con la experiencia propuesta por el Estado), de manera que pueda alcanzar a más gente. Asimismo, advierte sobre el peligro de ver a la cultura convertida, cada vez más, en un “insumo comercial”.
Agüero dejó el mensaje que tenía para dejar en su última columna en La Contra. Al menos, por ahora. A veces, más que una despedida, el hecho de continuar haciendo el trabajo para el que se fue contratado es el mensaje más contundente que se puede dar.
En contraposición con el trabajo de Agüero, una desagradable experiencia de lectura en lo personal se había presentado el día anterior. La columnista fue, en esta oportunidad, Gabriela Wiener, una escritora feminista y activista que había titulado a la suya “Final” (27/12/2019). El motivo de esta entrada en el blog surgió a raíz de los pobres comentarios vertidos por Wiener en dicho texto, al cual “responderé” a continuación.
Wiener señala que viene colaborando con LR desde 2013, lo cual hace, en un cálculo avezado, unos seis años por lo menos hasta su salida. Seis años en que LR ha sido una de sus fuentes de ingresos. Por cierto, Agüero solo estuvo algunos meses.
Luego, parece ironizar que, en la carta de notificación que le enviaron, le hayan dicho que se había decidido hacer cambios en Opinión. De lo contrario, no habría motivo para que haya enmarcado dicha acción entre comillas.
Ante lo anterior, intenta una primera contrarrespuesta. Se refiere a la edición web del 26/12/2019 para resaltar que los columnistas que aparecían listados eran todos hombres excepto por una “solitaria” mujer. Luego, se basa en ello para afirmar que, definitivamente, la sección de firmas necesita cambios radicales. Cabe agregar que, entre los hombres listados, menciona a Vargas Llosa.
Vayamos por partes. En principio, Vargas Llosa está siempre listado, no importa qué día ni a qué hora. Su amplia columna quincenal de El País, que también se publica por el Suplemento Domingo de LR, lo hace, por ser quien es, el columnista de mayor relevancia. No porque “es hombre”. Entonces, él no rota en la versión web, sino que siempre está presente. Segundo, el resto de firmas que aparecen son las que corresponden a las personas cuya columna corresponde al día de turno. Es decir, no aparecen allí porque la gerencia diga “queremos mostrar siempre a los hombres y no a las mujeres”. Tercero, quienes leen LR sabrán que hay dos columnistas a nivel diario, Mirko Lauer y Augusto Álvarez Rodrich, así que, indudablemente, van a sumar “dos hombres” más.
Wiener, de forma seguida, hace una revisión de las firmas del 27/12/2019, cuando se publicó su columna, y no ve nombre de mujer. Ante ello, se queja de que no hay ninguna firma “femenina, ni disidente, ni racializada”, y que ello es símbolo de lo “infrarrepresentades” (sí, con la “e”) que están.
Vamos de nuevo. En principio, voy a mencionar que no siempre se da que todas las columnas del día de turno salen publicadas a tiempo. Asimismo, considero posible también que puedan existir demoras en la actualización del diseño de un día. Y agrego, además, que la web de LR se percibe muchas veces en cierto caos, no solo por estar infestada de publicidad, sino porque el orden de los contenidos no siempre es estándar y a veces los enlaces no tienen retorno. Sin embargo, el asunto aquí es que los argumentos usados por Wiener terminan siendo débiles si quiere ir por el lado de las firmas mostradas. Sí, hay más hombres que mujeres entre el equipo de columnistas, pero eso no hace que las mujeres tengan menos valor para el diario. Eso es lo que ella quiere ver.
En el punto ya señalado, Wiener reclama la presencia femenina, de disidentes y racializadas. Quizás deba proveer sus definiciones para estos términos; no obstante, es un reclamo válido. Aun así, se nota claramente que ella tiene una imagen de lo que LR debería ser y lo lanza. Se queja de una infrarrepresentación y, una vez más, es válido. Tal vez, debería proveer también sus parámetros para entender mejor su escala de medición de la representación.
Particularmente, no creo que LR trabaje con escalas de representación para hombres y mujeres (u hombres y personas “femeninas, disidentes y racializadas”). Sin embargo, a partir de lo anterior, me pregunto si alguna vez, desde el 2013, fue consistente en hacer su reclamo (o petición) formal (no escribiéndolo en una columna) a la gerencia para impulsar sus ideas sobre cómo deberían distribuirse sus columnas. Y, de aquí, también me pregunto si el diario estaría moralmente obligado a cumplir lo que ella desea, o tan solo seguir empleando sus propios criterios, criterios por los cuales sus servicios fueron solicitados por seis años. Y si, además, no tendría el diario el derecho de seleccionar a sus propios/as “disidentes” y “racializados/as”.
Wiener aclara que los cambios “deben ser hacia la paridad y para librar de machismo y racismo nuestros espacios”. Que “la libertad de empresa no puede ser excusa”. Y que “es una tarea que corresponde sobre todo a los medios que presumen de ser progresistas, inclusivos y aliados”.
Básicamente, lo que Wiener ha dicho es que LR está llena de machismo y racismo, y que el diario “presume” de ser tal, tal y tal. Quien es lector del mismo, sabe que no hay ninguna presunción de por medio. Su imagen progresista es, justamente, respaldada por el tipo de noticia, reportaje y opinión que publica. En ese sentido, se distancia de la derecha conservadora y ha sido atacado, más de una vez, por sectores de la ultraderecha.
Si Wiener menciona, entonces, la libertad de empresa, ¿qué significa eso para ella? Volveré sobre este punto. Y, además, si considera a la gerencia machista y racista porque le comunicaron que su contrato terminó, no podría realmente creer en la libertad de empresa, ¿verdad? Si fuera así, su reacción sería de respeto por la decisión. Pero no, sino que se coloca en el papel de víctima: me botan porque son machistas y racistas, no porque desean realizar determinadas renovaciones en Opinión y mis columnas ya no son de relevancia para la línea editorial.
Wiener le quita valor a una columna de la Editorial en que se condena el feminicidio (un problema álgido del país) ya que en el comité que lo dirige, según ella, solo hay hombres tomando decisiones.
Entonces, ella está diciendo, primero, que un hombre preocupado por un tema que afecta a la mujer es un farsante. Por lo tanto, todo hombre existe para despreciar a la mujer. Increíble. Y alguna vez otra columnista del diario se lamentó de que a Gabriela la llamaron “hembrista”.
Volvemos ahora sobre la libertad de empresa. Aunque suene crudo, ¿no permite esta libertad que un comité editorial pueda estar conformado solo por hombres, más allá del criterio (comentario aparte, sería verdaderamente estúpido que se haya dicho “tenemos que ser todos hombres”; no es realmente una posibilidad en este contexto) o circunstancia que se haya dado para conformarlo? A lo que me refiero es que, el hecho de que Wiener, al ver una persona que en su imaginario identifique como un hombre (pienso que no solo se trata de los llamados “varones” por el diccionario), no implica que esa persona deba ser, necesariamente, machista y racista. Tal vez es ella la que deba, primero, parar de sufrir y, luego, hacer una revisión de sus conceptos de base.
Wiener no entiende el “cuento” por el cual se hacen cambios si estos no satisfacen sus parámetros de lo que se puede llamar “estructural”, ya que, en su visión, solo se está optando por “seguir quitando espacios a mujeres”.
Una vez más, la libertad de empresa: no le corresponde a ella determinar (imponer) qué es un cambio para otras personas. En segundo lugar, lo único que llega a ver es a un hombre quitando mujeres por ser mujeres: su razonamiento solo pasa por ahí, no hay más. No se le ha ocurrido pensar que, por seis años, estuvo en LR porque verdaderamente valoraron su postura, pero ahora se busca otras voces. Y, a juzgar por su reacción, veo que el diario tomó la mejor decisión.
Wiener espera que quienes leen LR demanden que los cambios incluyan voces paritarias de “todas y todes”, y no a más personajes misóginos.
Si yo, particularmente, llegara a demandar algo al diario, sería que no traigan a más personajes como Gabriela a sus columnas, una persona que, a través de pobres argumentos, escupe en la cara de las personas que le han dado su confianza por tanto tiempo.
Sobre el asunto de los personajes misóginos, LR ha tenido algunas pésimas experiencias que salieron a la luz. Afortunadamente, esas personas, ni bien se descubrió su podredumbre, fueron retirados inmediatamente. A nivel interno, no podría dar mayor opinión por no ser una realidad que conozca, pero tampoco tengo por qué poner en duda a la institución. (Y claro, tampoco se me va el hecho de que Wiener parece estar sugiriendo que LR contrata intencionalmente a misóginos.)
Wiener cierra con el lema: “Abajo el patriarcado que va a caer. Arriba el feminismo que va a vencer”.
¡Y con eso volvemos todos a la adolescencia de nuevo! O mejor no. La pregunta es, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Para ella, es un símbolo de “opresión patriarcal” el que hayan terminado su contrato (que, por cierto, era de locación de servicios, es decir, generado para tareas puntuales y en constante renovación si es el deseo de la entidad; en otras palabras, se trataría de que ya no habría más renovaciones), y no el resultado de una decisión gerencial común de una empresa privada reconocida a nivel nacional.
Tan solo espero que la susodicha tenga un buen 2020 y que, por favor, no siga engañando a más gente. En especial, a jóvenes que la ven como el modelo de activista feminista a seguir. Estoy convencido de que el feminismo es mucho mejor que esa penosa muestra de texto.
Referencias de prensa
Agüero, J. (2019, 28 de diciembre). Cultura al final de la década. La República. Recuperada de https://larepublica.pe/cultural/2019/12/28/cultura-al-final-de-la-decada-jose-carlos-aguero-huayruro/
Wiener, G. (2019, 27 de diciembre). Final. La República. Recuperada de https://larepublica.pe/sociedad/2019/12/27/feminicidio-gabriela-wiener-final/