Domingo 7 de diciembre de 2014. Al día siguiente de haber participado con Pasito a Paso en el evento de cierre de año, fui a visitar la COP20, la Vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que se realizó en Lima, Perú. Me dirigí al lugar principal de actividad, los espacios pertenecientes al Jockey Club del Perú. Había un programa para cada día, pero no había visto detalladamente lo que tocaba para ese domingo, excepto que, a cierta hora, se iba a llevar a cabo la presentación de Fernando Caballero, a quien había conocido en mi reciente viaje a Arequipa. A ese momento, en realidad, no había conocido su nombre, o quizá no lo recordaba. Solo sé que la exposición iba a ser sobre montañas y deseaba estar allí.

Antes de que llegara la hora, estuve tratando de encontrar un lugar dónde caer para esperar, y me encontré con la zona destinada a Vivero, relacionada con los pueblos indígenas y amazónicos. Llamó mi atención y entré, un lugar tranquilo para estar. La ambientación era principalmente verde. Al medio, había unas esculturas de unas personas indígenas. A los alrededores, en la forma de estaciones, había fotos ampliadas del sector amazónico de Perú y otras partes del planeta con textos explicativos, así como pantallas que presentaban breves documentales sobre el tema. En general, todo mensaje llamaba a concientizar al público visitante sobre el peligro en que se encontraban los ecosistemas del mundo y la necesidad de que hubiera un cambio de mentalidad de sus habitantes hacia los mismos.

Cuando llegó el momento, me dirigí al auditorio donde se daría la presentación que había mencionado. Allí, aún se estaba llevando a cabo la presentación anterior cuando llegué, que era una especie de documental animado que contaba una historia específica, como un cuento, si mal no recuerdo. Luego, siguió la exposición de Fernando. Realmente, quedé maravillado con las imágenes que mostró y motivado con las historias y reflexiones que expresó. Básicamente, nos contó sobre su vida, cómo se inició en la montaña, cómo continuó en ella, los viajes que hizo, los trabajos que tuvo, las culturas que conoció, los proyectos que estaba realizando, la inmensa belleza de la montaña y cómo también se encontraba en peligro por el deshielo.
Por lo que contó, su apariencia y tono de voz, ligeramente lo había reconocido, pero ya después estuve seguro. Principalmente, cuando habló del último viaje que había hecho, Arequipa, donde visitó Chachani, Coropuna y un volcán más (no lo recuerdo, quizá Misti). En Arequipa, habíamos coincidido en el viaje a Chachani. Días después de esta montaña, algunas personas se quedarían para hacer una expedición a Coropuna, la montaña más alta de dicho departamento, organizada por la Red de Montañistas de Lima, al que él se sumó. Sé que esa expedición fracasó en lograr la cumbre. Por mi parte, no estuve presente ya que mi intención había sido ir a Chachani únicamente, así que regresé a Lima antes.
Al final de la exposición me acerqué a saludarlo y conversar por un momento, otras personas también lo hicieron. Recuerdo una chica que se acercó después de mí, totalmente entusiasmada, y se tomó foto con él. Salí del recinto, compré un triple en la cafetería Charlotte (la misma que está en la PUCP y el CCPUCP) y empecé el retorno a casa.

Nuevamente, como he venido mencionando en otras publicaciones que se remontan a los últimos momentos del 2014, esta visita a la COP20 siguió fortaleciendo el punto de inflexión que había venido viviendo a raíz de haber alcanzado la cumbre en Chachani, y se debió principalmente a la exposición de Fernando. Hay un mundo inmenso allá afuera, hay muchísimas cosas por vivir, lugares de belleza infinita por seguir visitando. Yo también quería estar allí, en esos lugares, esas culturas, esas montañas. Cada quien vivirá lo que tenga que vivir. Para mí, aunque a veces tenga recaídas en mi estado de ánimo, siempre diré que cada día cuenta y cada minuto también. Al final, como señaló Fernando en su exposición, «es cuando vamos en busca de nuestros sueños, que descubrimos cuáles son nuestros verdaderos sueños», aquellos por los cuales tu ser realmente respira y alcanza la felicidad interna, la tranquilidad. Es el camino que he estado tratando de seguir desde entonces, un periodo de mi vida en que había tocado fondo y solo quedaba subir y ver la luz.
A continuación, un tema que habla por su propio título.
Yo también quiero estar ahí.