Posada mexicana entre amigas y amigos

En aquel diciembre de 2014 también tuve una reunión muy especial con amigas y un amigo de las clases de portugués del Instituto de Idiomas de la PUCP. Todo partió de una invitación de Claudia, una dulce mexicana que estaba viviendo en nuestro querido (y odiado) Perú. Ella deseaba llevar a cabo una tradición de su país aquí, con sus amigos y amigas cercanos de ese entonces.

1-claudia
La dulce Claudia.

Una posada (en este caso, la mexicana) es una celebración que se lleva a cabo en los nueve días antes de Navidad en ciertos países, en la cual se rememora la peregrinación de María y José desde Nazaret hasta Belén, donde buscan un lugar para alojarse y esperar el nacimiento del niño Jesús. Es una celebración religiosa y católica, por supuesto, y, en el caso mexicano, tiene un significado distinto en cada uno de los nueve días: humildad, fortaleza, desapego, caridad, confianza, justicia, pureza, alegría y generosidad. No sé si se trata de este orden necesariamente, en realidad. Para este párrafo me estoy apoyando en Wikipedia, y allí no lo vi especificado. Lo que sí sé es que la fecha en que tuvimos la reunión fue el domingo 14, más de nueve días antes de Navidad, pero la unión entre nosotros y nuestra amistad trascendió las formalidades de la tradición.

De los cinco invitados, solo Shengxiang, nuestro amigo chino, no pudo asistir. Los demás que sí fuimos, como parte de la tradición, tuvimos que llevar cada quien un tipo diferente de alimento para compartir, y así fue. Comida en abundancia y muy rica. Ciertamente, la pasamos muy bien, conversamos de muchas cosas. El hermano de Claudia también estaba presente y estaba proyectando un partido de fútbol en donde los Tigres de Monterrey, equipo de amores y ciudad de ambos, disputaban una final de un torneo que terminaría perdiendo. En un momento fuimos a ver el partido también en la pared, donde estaba la imagen en movimiento.

Más adelante, realizamos una escenificación de la peregrinación mencionada, con cierta coreografía que Claudia nos enseñó. Al hacerla, su hermano grababa un video para el recuerdo. Debíamos entrar desde el patio de su departamento hacia la parte cerrada, caminando lentamente, llevando al niño Jesús en brazos, y ser recibidos en la «posada», donde cada uno luego daba un beso al niño. O quizás era que llegábamos recién a la posada y dábamos un beso al niño que ya se encontraba dentro. No lo recuerdo bien. Lo que sí recuerdo bien es que fue muy agradable y hasta divertido participar de esa experiencia.

Más adelante llegó el momento de retirarnos. Ese día acabé encantado con Claudia por su gran calidez de persona, su tamaña amabilidad y su inmenso carisma. Alguien a quien ya no volví a ver. La última mirada que le di fue luego de despedirme y entrar al elevador que daba a la puerta del departamento. Mientras esperábamos a que la puerta automática cerrara, fijé mis ojos en los suyos, pero ella, luego de un corto momento, ya cambió de dirección a su mirada.

Sin duda, fue una experiencia más de un 2014 que no dejaba de sorprenderme, sobre todo por los incontables momentos con amigas y amigos que viví a fin de año, todos positivos y de grandes memorias.

Sé que habrá momento de encontrarnos otra vez, pero será más adelante.

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El grupo.

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