… siempre quedarán las increíbles experiencias vividas.
Largos tramos de una vida en la cual personas que quieres o quisiste mucho van yéndose a volar por otros cielos. Sin embargo, espero que algunos horizontes no cambien para poder creer en reencuentros futuros.
—————
Nota. Referencia a Reaching Horizons de Angra.
—————
Dados los nuevos caminos, hagamos lo mejor por seguirlos con toda la pasión posible, pasión por la vida misma. Siempre, siempre para adelante.
Hasta la victoria siempre, como alguna vez dijo el Che.

Partimos el recorrido a pie aproximadamente a las 5:20 a.m. desde el anexo de Marachanca, en Matucana. Tomó más de 7 horas llegar a la última colina desde donde se desciende en pocos minutos a la laguna, aunque podría haber sido menos si reducíamos los agotadoramente largos descansos previos. Allí en esa loma descansamos un buen rato conversando y observando la inmensidad de la laguna, así como los paisajes circundantes. Luego ya bajaríamos directamente a ella para tomar algunas fotos y partir de nuevo, empezaba a hacerse tarde para el descenso. No todos llegaron, pero todos lo intentaron con su mejor esfuerzo, que es lo más importante.
Y no solo fue arduo llegar, sino también bajar. Háblame a mí y a los que cruzamos las inmensas «resbaladeras» transversalmente sin que necesariamente hubiera un camino donde poner el pie, solo alguna línea que indicaba por dónde podía intentarse atravesar, muy aparte de las grietas que había que sortear, sobre lo que es el peligro. Fallar implicaba caer una buena cantidad de metros al barranco sin mencionar el daño a tu cuerpo por el arrastre. Por lo menos.
Hay tanto por contar de un viaje así, ya llegará ese momento. Al final, aquí estamos, fortalecidos física y mentalmente por la experiencia. Ciertamente, estas cosas no resuelven tus problemas personales, de la más diversa índole que puedan ser, pero sí te dan nueva energía para encararlos y seguir avanzando.
