Después de haber estado leyendo a Alice Munro, Bajo la misma estrella, de John Green, fue un cambio (un descenso, para ser sincero) notorio en el estilo de narración del que estaba inundando mi mente. Lo inicié a regañadientes, debo admitir, pero finalmente había tomado la decisión de hacerlo luego de años. Resulta que compré el libro en una época de mi vida en que mi manera de entender el mundo había estado pasando por una transformación importante. Hablo, principalmente, del 2014, año en que anduve sollozando por alguien a quien, poco antes de que quedasen dos meses para el nuevo año, no volví a ver más.
Había visto la película también. Si bien se revuelve en un romance juvenil surgido en medio de una resignación mutuamente aceptada y finalizado en una tragedia quizás mutuamente esperada; y con gestos y detalles que, más de una vez, me resultaron algo forzados (cursis, para ser más explícito) y carentes de profundidad, en particular, hubo momentos que sentí emotivos en aquel entonces, ya que apelaban a los sentimientos que venía sintiendo. La película se estrenó a inicios de junio de 2014 en Estados Unidos y a fines del mismo mes en Perú. No tengo certeza de cuándo compré el libro, pero debe de haber sido el mismo 2014, o tal vez el año siguiente. De alguna manera, había esperado que fuese una fuente más de pensamiento en y sobre ella, la persona de la que hablaba. Al libro, no le tenía grandes expectativas como obra literaria, pero sí lo pensé como importante de tener por la conexión emocional que había realizado.
Siendo ya 2021, puedo decir que, por fin, me di la oportunidad de abrirlo hace algunos meses, no porque me trajera algún tipo de recuerdo que no quería llevar al presente, sino por la difícil decisión de seleccionarlo por sobre otros libros y dedicarle mi tiempo en lugar de hacerlo con alguno de aquellos. En otras palabras, en la época actual, no lo habría comprado. Sin embargo, había quedado por largo tiempo en un asunto por concretar, así que lo tomé y lo leí.
A grandes rasgos, puedo dividir la edición que obtuve (la 12°) en tres secciones de 100 páginas. Las 100 primeras cumplieron mis expectativas… Aquellas de ser un soso libro juvenil. No obstante, debo decir que, en las 100 siguientes, la historia cobró otro matiz, con el cual me introduje a las últimas 100 y su finalización, que no llega realmente a ser un término.
No es una mala historia. Ambos se conocen en una sesión de grupo de soporte frente al cáncer. Él, supuestamente, ya estaba “libre”: su pierna amputada era testigo. Ella no lo estaba, pero era un caso considerado raro en que un determinado tratamiento le estaba haciendo efecto: al menos, para mantenerla con vida.
Por sus características de personalidad más extrovertidas, es él quien toma la iniciativa y la química con ella, de pensamiento más profundo, resulta instantánea. El resto es el desarrollo de una corta amistad que rápidamente se vuelve relación en medio del contexto familiar de intensa preocupación y sus propias percepciones sobre la enfermedad y el mundo que los rodea.
Hay un conjunto interesante de vivencias que ambos llegan a tener, incluyendo un paso por Holanda (ahora, Países Bajos) y una serie de encuentros que terminan siendo verdaderas sorpresas. No mucho tiempo después, la vida empieza a cambiar nuevamente.
Particularmente, no es un (tipo de) libro que volvería a leer. Por ratos, muy juvenil, muy… sencillo (o, quizás, no debí leer a Munro antes). Sin embargo, me alegra haber cerrado mi ciclo personal con Bajo la misma estrella y haber contado mi experiencia al respecto de este texto.
¡Saludos!
