En días en que el mundo pide una salida definitiva en un mar de pandemia, los esfuerzos no se detienen en proveerla. Aún falta mucho por responder y alcanzar, pero hasta aquí hemos llegado luego de un largo año en donde las vidas se han trastocado de mil maneras. Quien siga creyendo que debemos retornar al estado de cosas anterior, como ya lo dije en otro comentario, no entendió nada. Y ni siquiera prestó atención, ni antes ni después, a las más múltiples realidades sociales, políticas, ambientales y culturales que presentan los países y sus incontables geografías vividas.
Sin embargo, si bien los debates respetuosos y con apertura a la escucha siempre serán bienvenidos, tampoco es que habrá que sumergirse en ellos por tiempo interminable antes de pasar a la acción, sino que, como yo lo veo, es hora de actuar. Ahora es el momento en que el planeta está pasando por una transición crucial para lo que va a ser el resto de su existencia. Esa transición debe ser abordada desde las más diversas aristas, con especial énfasis en la academia y la política: la primera, para forjar la base sustancial de la transformación, ya que en la argumentación está el mayor poder; y la segunda, para generar la acción concertada que impulse el cambio desde una gobernanza eficiente y eficaz. ¿La empresa privada? Deberá sincerarse con sus objetivos primordiales y decidir sobre cómo llevarlos a cabo. Allí veremos una vez más cuál es su aporte al desarrollo de los países en los que se asientan y crecen.
La construcción se hace en pleno camino, con aciertos y tropiezos, y es necesariamente compartida. Sinceramente, renuevo mis esperanzas para el mundo. A pesar de todas las taras que llega a provocar la gente pobre de espíritu y carácter, he visto que existe un avance hacia una mayor consolidación en aspectos fundamentales que son favorables para el planeta. Por ejemplo, a raíz de la trascendencia que ha adoptado en la mirada pública la labor científica en la elaboración de las vacunas contra la COVID-19, la presencia de la ciencia se va a hacer cada vez más notoria como elemento central de lo que es mejor para los países. Junto a ella, la preocupación por la gestión de la salud ha cobrado un nivel preponderante en los gobiernos que antes solo le daban importancia para el papel y las cámaras. Asimismo, por lo vivido, el plano de la cobertura de la educación ha sido puesto con amplitud sobre la agenda. Por su parte, la cuestión medio ambiental cada vez alcanza lugares más visibles en el cotidiano de ciudadanos y gobernantes, y, aunque las respuestas efectivas contra el cambio climático aún deben alcanzar mayores distancias, la mentalidad que se viene impulsando es clara: el desarrollo no puede ser de otra manera que sostenible. Finalmente, otro ejemplo es que el avance de las tecnologías, como la inteligencia artificial, podría llegar a ser a futuro una de las herramientas esenciales en la lucha contra la corrupción, con un nivel de eficacia que aún no se ha visto.
Sí, hay motivos para confiar en una transformación, pero sin descuidar ni un milímetro ninguna de las preocupaciones que agobian a cada país. En el mío, tan demacrado políticamente, una nueva generación se ha alzado para decirle a los corruptos y de turbios intereses que no serán tolerados. Es la principal fuerza a partir de la cual empezar a recuperar el Perú, soportada en toda la maquinaria de instituciones, organizaciones y ciudadanos que sí anhelan ver un cambio y que se opondrán a que un conjunto de individuos con poco o ningún valor quiera hacer lo que le dé la gana con nuestra nación.
Para terminar, si bien no dejará de haber tiempos difíciles -y los de ahora no han amainado aún-, sé que seguiremos avanzando hacia un mundo mejor, aunque el camino sea arduo y siempre trabajoso.
Te deseo una feliz Navidad y que, estés donde estés, y a pesar de todo lo que hayas debido vivir, puedas mantenerte firme en tus convicciones positivas y sonrías, una y otra vez, ya que el solo hecho de estar vivos, intrínsecamente, representa la mejor oportunidad de todas.