Noche Buena

Es jueves 26 de diciembre; hace dos días pasé Noche Buena en familia. Entre las 6 y las 7:30 p. m., tuvimos un compartir de regalos con mi enamorada, que nos visitó para dejar un saludo. Fue un momento muy bonito y de mucho cariño, luego del cual llegó el retorno a su hogar para estar con su familia. A las 8 p. m., asistí a misa en familia, una actividad que hace tiempo no realizaba. El mensaje de la homilía -con el que me quedé, al menos- fue el de reflexionar sobre dónde se encuentra Jesús en nuestras vidas en la actualidad, y una referencia a que podemos buscarlo -y hallarlo- al interior de nuestra familia.

Poco después, ya en casa, llegó la hora de la cena navideña. Como siempre, disfrutamos el momento en familia y, antes de pasar al intercambio de regalos entre nosotros, hicimos una ronda de brindis en la que cada uno debía dar unas palabras. Algo espontáneo.

A pesar de lo ya vivido hasta hoy, siempre me cuesta enlazar ideas en estos pequeños discursos al interior de mi familia, una dificultad que no necesariamente se me presenta en otros contextos. No me siento satisfecho respecto de lo que pude decir. Como bien me conozco, escribo mejor de lo que hablo; por lo tanto, reeditaré mi discurso a continuación, que incluirá los detalles que expresé en la mencionada Noche Buena:

Estimada familia,

Estoy muy feliz de estar sentado aquí, al lado de todos ustedes. La alegría que me da el verlos a mi alrededor, una vez más, es grande. No se trata de una situación aislada, ya que, durante el año, tenemos más de una oportunidad en que nos encontramos. Pero hoy es especial. Hoy es Noche Buena, una noche que ha marcado el desarrollo de nuestra familia en el tiempo, y una noche en que sabemos que el año próximo se encuentra tan solo a una semana de distancia. Es decir, es un momento de conclusión, pero también de bienvenida.

En esta noche, me regocijo en su presencia, y también en la de mi enamorada unas horas antes, ya que siento que estamos más sólidos que nunca a nivel afectivo entre todos nosotros. Seguimos aquí, mirándonos las caras, comunicándonos, bromeándonos, mostrándonos cariño, riendo, y sabiendo que podemos seguir generando muchas y muy diversas oportunidades para seguirnos viendo. Ese será uno de mis objetivos para el 2020.

Brindo por ustedes, y brindo porque, una de las experiencias más hermosas en mi vida, es pasar Noche Buena junto a mi familia, sentados a esta misma mesa, comiendo la comida de mamá (y ahora, también, de los aportes de mi hermano cuando se da la oportunidad), conversando y riendo, en la plena confianza que, valga decir, hemos ido reforzando en el tiempo; una maduración que no solo es un asunto de toda persona desde su individualidad, sino de todo grupo de personas desde su interrelación.

Es así que, con la mayor felicidad, levanto mi copa y les digo ¡salud!

(Está bien, quizás no cerraría con esa última línea en un nuevo discurso, pero el sentimiento se mantendría.)

Envío desde aquí un abrazo grande a ustedes, mi familia, y espero que sigamos siempre alimentando nuestra unión.

Polliarbolito.

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