Competencia: capacidad de síntesis [2019, julio]

Recuerdo veces en que debía estudiar de textos, principalmente narrativos, para algún fin, como un control de lectura, un examen, una investigación, una profundización de los temas de clase, etc. Por lo general, con fotocopia y resaltador en mano, lo “clásico” era resaltar las ideas más importantes. Sin embargo, tenía una dificultad para seleccionar. Es decir, a veces me pasaba más tiempo “decidiendo” que tratando de entender la lectura; me refiero a sobre si debía resaltar tal oración o párrafo, o no hacerlo, ya que quizás podía no ser de mayor importancia que otras oraciones o párrafos, o quizás se trataba de un refuerzo de algo que ya había resaltado antes, por lo que no habría necesidad de hacerlo ahora. “¿Tiene o no algo nuevo?”. “Si no lo resalto, ¿me perderé de un conocimiento fundamental para mi futuro?”. “¿Mis argumentos perderán fuerza porque no llegaré a repasar esa parte por no estar resaltada?”. Y así.

Por supuesto, es una práctica que, de tener continuidad en la vida personal y académica, va mejorando en el tiempo. Fue así que fui descubriendo, y reafirmándome, en determinados aspectos sobre aquella. Primero, no tiene sentido que la cantidad resaltada cubra la mayor parte de una página. Es decir, lo resaltado no debe representar una especie de versión relativamente resumida, o más reducida, de un texto (que, con tanto resaltado, termina siendo igualmente grande).

Segundo, hay una cierta incomodidad –y pérdida de tiempo– en estar resaltando líneas completas y, a la vez, tratar que salgan derechas. Adicionalmente, el texto, visualmente, puede quedar muy intervenido. Por eso, poco a poco empecé a introducir otros tipos de resaltado: en lugar de líneas horizontales, una sola línea vertical que abarque el contenido que deseo resaltar, con marquitas para identificar los topes. O, también, hacer esa misma línea a un lado del contenido, es decir, sin cruzarlo (y sin topes). No solo me parece una manera más eficiente de seleccionar el contenido objetivo, sino que la imagen panorámica queda mejor. (A pesar de ello, igual no dejo de lado, algunas veces, los resaltados horizontales o subrayados, aunque de pocas líneas.)

Tercero, ¿por qué le llamo “contenido objetivo” y no “contenido más relevante? Porque la idea de “lo relevante” puede inducir a confusión (e incluso al sentimiento de culpa). “¿Por qué consideré esto relevante y esto otro no?”. “¿Estoy implicando que el autor escribe cosas no relevantes?”. “¿Quién soy yo para decidir sobre la relevancia de alguien?”.

Pues, “lo objetivo” se refiere al “¿qué contenido estoy buscando en el texto?”, y de esa forma puedo direccionar la exploración que realizo mediante la lectura. Por supuesto, esta idea tiene más preponderancia en unos trabajos que en otros. Por ejemplo, cuando he debido hacer redacción académica, aplicando esta idea me ha sido mucho más sencillo saber qué resaltar (o el equivalente a esta acción) y qué no en la revisión bibliográfica. He podido decir, “si bien esta parte es importante, no tiene lugar en el subtema que estoy desarrollando”. Es decir, “quizás más adelante” o “tal vez para otro artículo”. Sin embargo, si pienso en leer por estudio (repasar o profundizar los temas de clase), es más complejo hacer una selección, dado que, en realidad, todo el mensaje, o gran parte del mismo, es importante. Es más, quizá no sea necesario resaltar, pero la acción que debe llevarse a cabo es, definitivamente, la de una lectura atenta dirigida al entendimiento y asimilación del mensaje expuesto en el texto.

Y cuarto, a partir de los tres puntos anteriores, llegué a entender que la práctica del resaltado es, en sí, una práctica de sintetización. Es decir, mostrar (resaltar) lo esencial de un contenido para que su desarrollo central pueda captarse rápidamente en una revisión (es decir, en un momento posterior al haber hecho la lectura de base). En mi opinión, una síntesis jamás superará a un texto completo debido al nivel de detalle que este puede tener, donde las ideas se explayan de manera que puedan ser interiorizadas a cabalidad. Pero una síntesis es, en cambio, muy necesaria en el plano de la comunicación no solo organizacional, sino también interpersonal. Es decir, hay momentos para la lectura en extenso, pero también otros destinados al entendimiento de las ideas centrales con el fin de agilizar, justamente, tanto las acciones de comunicación como las decisiones que surgen de ellas.

En el tiempo, he podido comprender esta diferencia y, además de ser una persona que le da elevada importancia a la profundidad de los contenidos, también reconoce la necesidad de la síntesis cuando el contexto lo requiere. Si bien no siempre es tarea sencilla, su efectividad dependerá de qué tanto entienda el mensaje el receptor. Recordemos que todo proceso comunicacional depende de, al menos, dos personas, un aspecto crucial de las interrelaciones.


Fuente de foto de portada: Pexels.

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