Pienso en ti. Sí, en ti, en cada momento vivido, en cada detalle, en la manera como has cambiado mi vida. A veces, simplemente, no tengo las palabras correctas para poder llegar a ti, pero aquí te presento un intento.
Cuando te veo, lo que más deseo es que llegue el momento en que pueda abrazarte, aunque pueda presentarse alguna barrera mental que lo impida. Una burocracia del intelecto. Cuanto estás cerca de mí, haces que mi alma tenga la experiencia que toda su vida ha buscado. Alma incierta, que tantas penas ha llorado. Alma incontenible, que en un dos por tres puede pasar de la ecuanimidad al desborde.
He podido sentir tu calidez, y la amo. Acercar mi rostro al tuyo, acariciar tu mejilla con la mía, es una de las experiencias más tiernas que he podido vivir, irreemplazable. Y la forma como me miras cuando estamos cerca, el calor de tus labios cuando me besas, la suavidad de tus manos cuando me abrazas. Y tu mirada al vacío, esa expresión pensativa, involuntariamente profunda, la inquietante lectura oculta que tu rostro refleja.
Eres impredecible, me lo has dicho, y no llego a entenderlo. ¿Serás como ese mar tranquilo que atrae a las gaviotas a buscar pecesitos y luego con una inmensa ola revoluciona el lugar? No lo sé. Hay cosas que acaso no puedan llegar a saberse. Pero deseo descubrirlo. Deseo conocer qué es lo que desea tu corazón, cuáles son las penas que lo aquejan, y cuáles son las experiencias que lo hacen sonreír. Deseo saber a qué aspira tu cuerpo, cuál es aquella sensación que muchas veces se mantiene oculta para la misma persona que la vive cuando llega al único momento que la experiencia ocurre. Siento miedo de esa impredecibilidad, y pienso y pienso. Medito y medito. ¿Volveré a caer en la montaña? No lo sé. Pero, por ti, estoy dispuesto a averiguarlo, a vivirlo con toda la intensidad de mi ser, y lo que pueda quedar de mi piel.
Sé que no siempre podré estar allí para ti. Y me apena. Siento realmente que algunas incompatibilidades generen lejanías. Me alegra, por otro lado, que haya personas en quienes puedas poner tu confianza. No creo que las personas seamos infalibles. Es más, algunos de nosotros con seguridad tenemos muchas falencias. Y hay decisiones que hay que tomarlas sobre la marcha, y es donde se demuestra de qué estamos hechos. Siento no haber podido ayudarte, pero no es algo que podía hacer. Fue muy difícil, y lo siento de verdad. La vida a veces se desvanece en pequeños momentos, pero todos tienen un valor inmenso. Como tú lo has dicho, la honestidad puede ser muy dura a veces. Sin embargo, estoy aquí, como desnudo, confiando en el devenir, plenamente consciente de que estamos inmersos en un mar de decisiones con infinitas consecuencias. Y las nuestras van con la corriente también. Y ni yo, ni tú ni nadie puede detener la marea. Lo que tengas que decidir, tan solo hazlo.
Sí, tengo una forma de ser. Tengo una forma de mostrarme frente a ti, que no solo es influenciada por mi propia forma de ser, sino lo que tú despiertas en mi y las circunstancias del momento. Es un equilibrio complejo. Es más, quizá sea uno de los equilibrios más complejos de la interacción humana. No sé si realmente lo que tenga para ofrecerte llegue a generar alegría en tu yo interno, satisfacer lo que esperes, alcanzar lo que necesites. Lo único que puedo prometerte es que, cada detalle que pueda presentar en tus manos, vendrá desde el cariño sincero de mi propio corazón.
Y así, he llegado al final. Las lejanías son difíciles, pero hacen parte de la vida. Nos enseñan a despegarnos de nosotros mismos, a percibir el valor del tiempo, a sentir el frío de la lluvia, e incluso disfrutarlo y mojarnos con alegría, ya que ha representado que hemos vivido, que hemos sentido, que hemos amado, que hemos tenido a esa persona entre nuestros brazos, a quien hemos besado, y ahora ya se encuentra en otro horizonte.
Al final, el tiempo sigue corriendo. Sigue corriendo y algunos, a pesar de vivir, seguimos esperando. Y yo, en la soledad de este cuarto, voy a esperar por ti. Jamás he dudado de lo que siento. Puedes confiar, si me permites una última línea, en que no dejaré de añorar tu calor. Hasta pronto.