Hace ya un tiempo que no venía por aquí. A veces, no existe un punto adonde llegar. Tan solo caminas por la acera, pensando en esto o aquello. Pensando en la persona en quien, a la altura de estas fechas, puedes únicamente pensar. Ella surge en los momentos de mayor nostalgia, y también en los momentos de mayor proyección, cuando colocas la superación de tu tristeza en algún horizonte imaginado de grandes objetivos alcanzados. Ella está ahí, aunque quieras formalizar la realidad de que realmente no lo está.
Hace tan solo unos minutos me crucé con la canción que comparto más abajo. Esa canción me hizo volver a este blog, y aquí estoy, escribiendo para ustedes. Quizás, a estas alturas del año, necesitaba una canción que me permitiera desatar ese nudo que se había formado una vez más en el pecho. Estas fechas son así para mí. Tan solo la Navidad pasada, y quizás también la anterior a ella, no sentí la suave y triste nostalgia recorriendo mi vida como la siento ahora nuevamente. Somos seres hechos y llenos de vivencias; es inevitable no verse tocado por ellas.
Siempre te voy a recordar. Será que me dejaste marchar, como dice la canción. O, quizás, tan solo te fuiste y me pediste que no te siguiera. Te extraño, y extraño nuestra amistad. Gracias por los momentos que pasaste conmigo. Cada uno de ellos estará siempre presente. Si estás en aquella bella ciudad, la cual siempre amaré en honor a ti, o en alguna tierra lejana, muy lejana, recibe mi saludo por esta Navidad. Que sonrías en todo momento, en el interior o el exterior de tu ser. Hasta pronto.
Que el pronto no sea eternidad. Feliz Navidad a todas y todos ustedes.
Un buhíto en la montaña 