La obra de teatro «Oda a la Luna», escrita por Carlos Gonzales Villanueva, fue puesta en escena en el teatro de la Alianza Francesa de Lima bajo la dirección de Fernando Luque, un joven actor y director de nuestro medio. La temporada fue del 11 de marzo al 14 de mayo del presente año.
El día de la función, en la puerta de entrada al teatro se estaba vendiendo un libro con dos guiones escritos por Carlos Gonzales, incluyendo «Oda a la Luna», y una introducción por Percy Encinas, llamada «Una dramaturgia de la disidencia (po)ética». La edición del libro corrió a cargo de la Asociación Cultural Drama, cuyo nombre comercial es Teatro La Plaza, uno de los puntos principales de teatro en nuestro país, y creadora del programa Sala de Parto, que, como se indica en los créditos de edición del libro, «estimula el nacimiento de nuevas obras y autores de teatro peruanos».
Como un dato importante sobre la obra, cito las palabras de Encinas en su introducción a continuación:
Deshuesadero (2014) y Oda a la Luna (2015), editadas en el presente libro, son las dos más recientes obras en la brevísima producción de este autor. La primera le valió el Premio del Jurado en la segunda versión del concurso Sala de parto, organizado por Teatro La Plaza. La segunda es feliz consecuencia del mismo premio, pues este incluye una financiación para que el ganador invierta un semestre en crear una obra más. Con esta fórmula, el concurso se trasciende a sí mismo, duplicando su capacidad propiciadora de nuevas propuestas, premiándonos a todos con la posibilidad de otro aporte de quien, habiendo ganado una competencia, tiene credenciales para esperar de él un relevante nuevo trabajo. (2017, pp. 9-10)
![50 Vania [blog]](https://janismountainsdotcom.files.wordpress.com/2017/07/50-vania-blog.jpg?w=330&h=330)
Y, sin duda, relevante fue y es. En el plano personal, diré que ir al teatro es una de mis actividades favoritas; sin embargo, es una imposibilidad ir a todas las obras que se desea ir. Tenía presente en la mente «Oda a la Luna» de la Alianza Francesa, otro de los puntos altos del teatro en Lima. Un día, me cruzo con una publicación de una actriz a la que adoro, Vania Accinelli, en su perfil público de Facebook. Era un video donde recomendaba la obra. En sus palabras, dejaba a conocer que, si bien la obra le había encantado, la consideraba una puesta en escena arriesgada; y es que a ella, como lo indica, le atrae bastante el teatro no naturalista. Hay personas que tienen una capacidad de influir rápidamente en ti, y Vania es una de ellas para mí, por lo que prioricé ir a ver esta obra.
A la función escogida, fui con mi mamá y mi hermana; solemos formar equipo para ir al teatro. Desde que escuchamos las primeras líneas, nos dimos cuenta de que esta obra iba a ser diferente (y, por ese detalle, me trajo el recuerdo de una obra que había visto en ese mismo teatro hace años, «Pequeñas interrupciones», de la cual hablaré en otra publicación). En una obra como «Oda a la Luna», la realidad es extraña, pero se desenvuelve con los sentidos cotidianos de interrelación entre las personas. Es una obra cargada de humor negro de principio a fin, el cual va develando, de alguna manera, el sufrimiento de cada personaje que entra en acción, sus cavilaciones internas, sus deseos y sus obsesiones e hipocresías. Hay ciertos discursos, además, en los que pareciera que las y los personajes entraran en periodos de infalible lucidez, para luego retornar a su propia extraña realidad. Cito palabras de uno de estos discursos, el cual se presenta como un lamento, una reflexión final; palabras que me impactaron por la franqueza y tristeza de realidad expresada:
… Partir hacia un destino sin retorno es un poco como morir, ¿no es cierto? Es como dejar de ser o peor aún, nunca haber sido. Sí, eso es, partir para nunca más volver es dejar de ser y no haber sido. Si no signifiqué algo realmente importante para alguien prefiero no haber sido. No haber pasado nunca por aquí. Prefiero llevarme conmigo todo recuerdo que tengan de mí aquellos que me conocieron, la amnesia total y definitiva de mi paso por la vida…. (Marco en «Oda a la Luna»; Gonzales, 2017, p. 218)
En su largo discurso, Marco, que no es ningún santo, cuestiona varios aspectos del mundo actual, especialmente a las personas -los seres- que pasan por él. «Los veo tan firmes en sus infantiles propósitos, tan decididos en sus tiernas conquistas materiales, y me dan risa o me desconciertan. Nunca cuestionan nada, todos caminan al ritmo de los acontecimientos» (ídem, p. 217). Cada quien busca su espacio, cada quien busca ser visto de determinada manera dentro de un mundo donde cada persona es tan transparente como el aire que pasa a nuestro alrededor. Hay algunos que han vivido y otros que se encuentran en su juventud, pero cada uno enfrenta al mundo desde el propio enfoque que ha desarrollado hasta ese punto en su vida, y ese es uno de los elementos más interesantes de la obra. Cada quien presenta claramente su propia subjetividad, que es muy distinta de la del resto, y es desde allí que trata de hacerse un lugar en un mundo que, básicamente, no permite esas «disidencias». Entonces, quedan atrapados en la extrañeza que ellos mismos han creado por desfasarse del mundo, del mundo moderno, donde, si no sigues el ritmo del progreso, un progreso que no llega a ser del entendimiento de nadie, quedas a la zaga. Son seres posmodernos tratando de hacerse un lugar dentro de un mundo moderno, que lo domina todo, y caen en individualismos insufribles para el resto de su entorno. En relación con este sentido, comparto unas líneas de mi última tesis:
En su visión [la de Sánchez Vidal, 2007], vivimos un proceso de globalización y posmodernidad. Sin embargo, si bien la globalización es un hecho, creemos que modernidad y posmodernidad conviven y que la primera es preponderante, dado que su influencia en cuanto a dicha “erosión de la solidaridad comunitaria” mantiene vigencia a nivel mundial, especialmente en las sociedades más tradicionales. Aquí, compartimos la opinión de Estrena (2001) en que la expresión “posmodernidad” es un concepto errado, entre cuyas razones resaltamos la de que los posmodernos “arrebatan a la modernidad muchas de las nociones [como privacidad e individualismo] consideradas por ésta como positivas y elaboran con ellas su discurso intelectual pretendidamente opuesto a lo moderno (Pérez de Guzmán: 1995, 192)” (p. 236). (Martínez, 2016, pp. 5-6)
En definitiva, es una obra muy interesante para analizar, no solo desde el interior de cada personaje, sino también desde su interacción con los demás. ¿Qué es lo real en cada uno de ellos y ellas? ¿Hasta qué punto el deseo expresado es realmente el deseo deseado, valga la redundancia? ¿Están nuestras decisiones basadas en resentimientos por cosas que no fueron? ¿Es realmente posible no fluir con los acontecimientos del mundo que nos rodea? ¿Es la sensación de control un absurdo? ¿Debemos irnos y dejar todo atrás?
Infinitas gracias a Vania por la recomendación y a mi mamá y mi hermana, con quienes la pasé genial, por haber vivido conmigo una experiencia más de buen teatro. Como siempre.
Referencias bibliográficas
Encinas, P. (2017). Una dramaturgia de la disidencia (po)ética. En C. Gonzales, Deshuesadero, Oda a la Luna (pp. 9-21). Lima: Asociación Cultural Drama.
Gonzales, C. (2017). Oda a la Luna. En C. Gonzales, Deshuesadero, Oda a la Luna (pp. 127-220). Lima: Asociación Cultural Drama.
Martínez, J. (2016). Percepciones sobre redes y poder en una comunidad vecinal de Pueblo Libre (tesis de maestría, Pontificia Universidad Católica del Perú). Recuperada de http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/123456789/7435
Referencias adicionales: citas en texto extraído de Martínez (2016)
Estrena, F. (2001). Modernidad y cambio social. Madrid: Trotta.
Sánchez Vidal, A. (2007). Manual de psicología comunitaria. Un enfoque integrado. Madrid: Pirámide.
![52 Actores y actrices [blog]](https://janismountainsdotcom.files.wordpress.com/2017/07/52-actores-y-actrices-blog.jpg?w=1000)