Érase una vez una linda gatita que le gustaba mucho leer, tocar piano y dormir, pero sobre todo comer. Un mal día (o quizás fue uno muy bueno), se perdió en el mar. Entraba tratando de seguir a una tortuguita marina que regresaba a las aguas y, sin darse cuenta, se adentró en el océano. En cuestión de minutos, u horas, ya no podía ver la orilla. Y nadó y nadó (o, mejor, flotó y flotó). Nunca llegó a alcanzar a la tortuguita; sin embargo, resulta que esta tortuguita era parte de una familia de tortuguitas magas, y, al darse cuenta de que la gatita estaba en problemas, llamó a las tortugas clanes principales, quienes nadaron hasta ella y, por medio de un conjuro coordinado, le dieron a su cuerpo una terminación de pez. La gatita, muy agradecida, nadó tranquilamente hasta la siguiente orilla que encontró y, un día paseando por sus arenas, en medio de mil meditaciones, la encontré y la adopté. Lamentablemente, me di cuenta de que no podía quedármela, ya que no era la persona correcta para ella. No obstante, al instante siguiente supe quién debía ser esa persona, una mujer maravillosa a la que quiero con todo mi corazón. Le conté a la gatita de ella y se puso muy feliz. Hasta me pidió regalarle algo el día de su cumpleaños de su parte. ¡Así de tierna es esta gatita-pez! ¿O acaso será pez-gatita? No tiene importancia. Viajé a Cusco a encontrarme con aquella mujer hermosa a quien le entregaría a su nueva amiga-mascotita, y ella aceptó con mucha dulzura. Entonces, fue así que la gatita gordita encontró un nuevo hogar en el mejor lugar, el regazo de una persona a quien no sé si vuelva a ver, pero que siempre estará en mi alma. Quién sabe si, más adelante, la gatita-pez siga su viaje por el Perú y el mundo. Yo solo sé que estará bien dondequiera que ande y que siempre extrañaré el momento en que la entregué, ya que significó un último abrazo para mí con aquella persona que tanto dejó en mí, y a quien siempre le estaré agradecido.
…
Sabes que te quiero mucho.
Cuídate siempre. Siempre tendrás un amigo en mí si lo deseas.
Un abrazo inmenso.
Janis