Nuevamente, de la mano de Pasito a Paso, fuimos a colaborar con el colectivo Montón a Colores en el pintado de las paredes de El Montón, un complejo deportivo ubicado en Mirones Alto, Cercado de Lima. Aquella vez, el equipo se conformó por Fátima, Erick, Tayler (ambos, amigos de ella) y el que escribe. Allá, nos encontraríamos con Damaris, líder del colectivo al que íbamos a apoyar.
Cuando ingresamos al lugar, nos dimos con la sorpresa de que la Municipalidad había vuelto a pintar los arcos de blanco, despreciando el precioso trabajo que había hecho Fátima la vez anterior. Me dio mucha cólera, pero podemos decir que, al día de hoy, el color ha ganado. La idea esta vez era avanzar con el pintado de las paredes. Ahora sí quise experimentar pintar un mural, así que me adueñé de un «cuadrado» y lo convertí en mi lienzo. Fátima y Erick pintarían también.

Había comprado mis potes de pintura. Siete colores pasteles relacionados con algún paisaje natural. Por supuesto, mi pintura no fue tan buena como la de Fátima o Erick. Por ejemplo, mientras que las suyas fueron muy vívidas, la mía se vio opaca, no brillaba, muy aparte de que mi técnica no era suficientemente depurada como para generar mayor resalte a la imagen con el uso de sombras y variaciones de intensidad en el color, entre otros detalles. No sé cómo hacerlo aún.
En una pared adyacente, Damaris, que había recibido a sus propios colaboradores, dirigió el pintado de toda esa pared como un todo y no solo en espacios específicos como estábamos haciendo nosotros. Fueron conceptos diferentes. La idea principal era colorear sobre el blanco.


Allí estuvimos, pintando, conversando, intercambiando opiniones y experiencias. Nunca llegué a estar convencido de mi propio trabajo. En cierto punto, ya simplemente improvisaba añadiendo más colores, hasta que le puse punto final. El sol estaba tan fuerte que, con normalidad, me echaba agua desde la cabeza mojando mi ropa, la cual se secaba no mucho después.
Ya hacía el final, agarré mi cámara e hice una «entrevista» a Fátima, la cual verán en el video. Solo momentos joviales. Ya se venía el festival Girls of Rock VI, del cual ya he hablado en este blog. Finalmente, tomamos algunas fotos, nos despedimos de Damaris y nos retiramos.

Fuimos a comer cremoladas como la vez pasada y luego a almorzar, pero lo primero me había quitado el hambre. Almorzamos Fátima, Erick y yo. No pude acabar mi plato, el mismo de la vez pasada donde la misma señora.
Ya para el retorno, tomamos una combi que nos llevó hasta una cuadra antes de la Av. Tacna, y de ahí caminamos hacia ella. Luego, nos dividimos en dos: Erick y Tayler fueron por un lado y Fátima y yo tomamos el Corredor Azul en dirección a Miraflores. Sin embargo, yo me bajaría en Lince para tomar otro transporte a mi casa.

En el camino, Fátima y yo intercambiamos algunas palabras. Entre ellas, me comentó que le gustaba Gamma Ray, banda de power metal alemana liderada por Kai Hansen, guitarrista fundador de Helloween. Cuando llegó el momento, me despedí de ella y, al llegar a casa, le dediqué un mensaje donde hacía referencia a la canción «Rebellion in Dreamland», la cual puedes encontrar en Youtube si deseas escucharla. Las letras citadas fueron las siguientes:
«And I wonder why, why my heart still yearns
And I wonder why, why the earth still turns
And I wonder why, why the sky turns black
Still I wonder why, but there is no turning back
For all eternity, for all the world to see
We’re riding high across the wind
And when the storm begins, to wash away all sins
We’ll find a place where we’ll begin»


No es posible saber hasta qué punto te llevará la vida. El mundo jamás deja de girar y todo cambia constantemente. A veces, llegan momentos en que sientes que estás en el aire, y no sabes cómo aterrizar para seguir caminando siendo consciente de tu camino. Fátima es una de esas personas que, en medio de toda la efervescencia de sus pensamientos, llega a establecer rutas que encaminan espíritus. Desde lo que ella genera, muchas sonrisas se forman a su paso, y no solo de las personas a quienes sirve, niños y niñas, sino también de las personas que, cuando se da la oportunidad, la acompañan en su camino. Ella es caos constructivo en sí misma. Ella es la superficie, la claridad en la turbulencia.
Sea en un mundo en que podamos seguir haciendo cosas juntos, como en uno en que ya no sea posible, el mejor de mis deseos siempre irá para ella y no dejaré de recordarla con un inmenso amor.
