Si llegaste a ver esta última publicación, conocerás la campaña de Pasito a Paso en la que la gran artista Fátima Foronda, fundadora de dicho colectivo, hace hermosas pinturas y las intercambia por pequeños conjuntos de donaciones (útiles escolares o ropa para abrigo) para su labor social. (Ciertamente, suena tan corto el término «labor social» para describir todo lo que Pasito es, pero por ahora lo usaré.)
En una conversación con ella, me preguntó si me interesaba intercambiar un cuadrito por dos cajitas de plastilina. Cuando lo vi, me emocioné, porque era uno que había pintado con anterioridad y que pensé que ya lo había intercambiado. Realmente admiro el arte de esta mujer por lo vivo que se siente lo que pinta y la inmensa ternura que proyecta. Incluso, le había pedido, cuando vi el cuadro por primera vez, que hiciera uno de esa colección para mí, mariposas saliendo de un corazón, pero, entre tanto trajín, el tiempo no llegó en que eso se diera. Pero, ahora, esa misma pintura me la estaba ofreciendo, y por supuesto que acepté.
El día del intercambio fue el 14 de febrero de este año (nuevamente, ¡Pasito a Paso presente en San Valentín de alguna manera!), en un restaurante cercano a su hogar. Llegado el momento, no solo me entregó esa pintura, sino que me regaló la que muestro a continuación. ¡No podía creerlo! A veces, de qué maneras sencillas e inesperadas se ganan inmensas felicidades en la vida por detalles de ese tipo, recuerdos que quedan para siempre.

Desde aquí, te mando el más grande mis abrazos, Fátima. ¡Y quedo a la espera de la vizcacha!
Janis