Aquí viene el sol

Hace unos días participé en una actividad de Pasito a Paso después de un largo tiempo. Me alegra mucho haber vuelto al equipo. Sin embargo, esta historia que escribo ahora no es sobre dicha actividad, sino sobre una que se dio hace poquito más de un año. Exactamente, un 14 de febrero. Sin duda, el mejor San Valentín que he pasado.

Resulta que, durante la actividad de hace unos días, surgió en una conversación el recuerdo del taller de arte y música de aquella vez, la historia que contaré. La idea había partido de Fátima Foronda, fundadora del colectivo, la mujer con el corazón más tierno que he conocido. En principio, se trataba de armar unos muñequitos con un material que era como masilla y pintarlos; luego pasar al taller de música, donde practicaríamos con los niños y niñas la canción «Here comes the sun» de The Beatles, y finalizar con el reparto de unas tarjetas que las había encargado hacer otro colectivo con dibujos de niños y niñas.

La mañana estaba calurosa. El punto de encuentro fue la tienda Listo del grifo Primax de La Bolichera, Surco, como es tradición. Aquella vez me acompañó una amiga, Liz, que también participó en la actividad. Los voluntarios iban llegando hasta que, finalmente, en una furgoneta llegaron las hermanas Foronda, Fátima y Diana, radiantes ambas.

Hacía mucho que no veía en persona a Fátima. La última vez había sido el 6 de diciembre del 2014 en una actividad también de Pasito (con historia en este blog). Mi 2015, que ya iré contando poco a poco, fue muy tenso y, de cierta forma, aburrido, aunque hubo experiencias muy interesantes. Ya para fines de ese año, el 2015, quería hacer cosas diferentes, hacer cosas grandes que me devolvieran la emoción en la vida. Estuve haciendo algunos viajes al interior del país, pero a la vez no dejaba de aparecer en mi mente esta bella personita llamada Fátima y su colectivo Pasito a Paso, una chica de quien era contacto en Facebook desde años atrás, pero con quien, valga la redundancia, no tenía contacto (qué gracioso esto de las redes sociales). Solo algunas interacciones pasadas, como la actividad que mencioné del 2014, la vez que la conocí en persona el 2012, y algunas pocas conversaciones muy cortas, en una de las cuales le dije que iría a ver su muestra de arte Cálido, más atrás el 2014.

calido
Convocatoria para Cálido. Imagen tomada de Facebook público de Fátima.

Fátima representaba, justamente, ese mundo cálido como mujer, uno que trasciende la experiencia cotidiana, y basta que te acoja con su risa, su voz, sus bromas, su entusiasmo y su confianza para que te enamores de su espíritu. Aquella vez en la tienda Listo, aún no sabía ella pronunciar bien mi nombre, y me pidió que, si era posible, comprara una bolsa de chupetines para los niños.

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Una vista de Pamplona Alta.

Nos dirigíamos a Pamplona Alta, por supuesto, donde Pasito ha trabajado bastante. Una vez allí, queríamos utilizar un cuartito que es como un salón viejito de clase, pero unas señoras empezaron a reclamar que, en otras oportunidades, colectivos habían rechazado a sus hijos por ser de otro asentamiento humano (son varios los asentamientos que conforman Pamplona Alta), y por eso, según me pareció, no colaboraron con la actividad en cuando a la participación de sus hijos ni en permitirnos usar el salón. Por más que Fátima, con toda su firmeza, les reiteraba una y otra vez que no éramos ese tipo de colectivo, que hace clasificaciones, las señoras se negaron. Así que Fati cambió de idea y se dirigió a una casa conocida por ella a pedir por favor el espacio de la entrada para armar el taller, y así fue.

Mientras se iba ordenando las cosas, algunos fuimos a pasar la voz casa por casa para ver si había niños y niñas que quisieran participar. Finalmente, se empezó con el taller de arte y cada voluntario trabajó con uno o dos niños. Se aplastaba la masilla y se moldeaba. Se abría las témperas y se pintaba. Las manos quedaban manchadas de colores, pero no importaba. Eso, en realidad, era símbolo de estar pasándola genial.

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Fati dando indicaciones.

Luego, se puso las figuras a secar, se entregó premios a los mejores trabajos y se pasó al taller de música. Aquí, se repartió hojitas con la letra de la canción y un poco de historia de The Beatles. Se leyó esta historia para todos brindando algunos comentarios, pero había mucha distracción, así que rápidamente se inició con la práctica de la canción. Se empezó a explicar a los niños y niñas el significado de la letra y cómo las palabras debían pronunciarse, así como enseñar las melodías. Alguien había llevado una pequeña radio para poner la canción y una voluntaria, además, trajo su guitarra acústica para el acompañamiento. Se practicó la canción en español e inglés. Al final, se entregó presentes adicionales por el taller de música y también se repartieron las tarjetas que había mencionado antes.

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Las bellas y talentosas hermanitas Foronda.
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Fati, corazón y creatividad.

Más allá de que algunos niños tuvieron más dificultad que otros con el tema, la melodía de esa canción, cuando inadvertidamente la he escuchado en otros momentos de mi vida, me ha generado una sensación de calidez acompañada de gran nostalgia. Es uno de esos momentos en que recuerdos muy queridos, ligados a sonidos y melodías, se activan desde el inconsciente al escucharlos. Y esos recuerdos se ligan, en mi caso, al haber estado allí, en ese taller, junto a Pasito, junto a Fátima, una mujer a la que quiero con todo mi corazón, y un taller que, básicamente, dejando de lado interacciones pasadas, fue el verdadero inicio de una amistad con ella que espero que dure por siempre.

Aquí viene el sol.

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Mural pintado por Fátima y Pasito a Paso en Pamplona Alta.

Algunos videos de la actividad




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