El inicio de una experiencia – 2014 – Revelaciones en el interior

Era hora de ir a almorzar. Por recomendación de mi hermano, mi destino fue La Nueva Palomino, excelentísimo restaurante ubicado en la corta calle Leoncio Prado, N° 122, distrito de Yanahuara. Tranquilamente puedes ir caminando desde el Centro, pero aquella vez tomé un taxi. Así, pasearías por el Malecón Bolognesi y luego entrarías por el angosto pasaje Angamos antes de desembocar en el restaurante.

Aquella vez almorcé una deliciosa trucha, lo recuerdo. A la entrada, es posible que encuentres personas esperando su turno de ingreso. En esos casos, debes registrarte en la lista que una persona sostiene y e indicar cuántas personas vienes. Luego, no tardas mucho en ser llamado. Es un lugar bastante acogedor y con una carta llena de platos bastante tradicionales de Arequipa (ni entiendo algunos nombres…) y muy bien servidos.

Luego, retorné al Centro. Estuve paseando por su plaza y sus calles peatonales antes de regresar a mi hostal. Acogedora, siempre acogedora Arequipa.

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Foto de portada original.

Un rato más tarde regresaría nuevamente al Centro. Necesitaba estar fuera y, además, quería visitar la Catedral, rezar para pedir por una buena expedición y por que pudiera vencer mis demonios internos. En el camino, entré a la librería SBS, donde vi en el estante el primer libro publicado de mi hermano, en el cual estuvo como co-autor. Ello me llenó de orgullo. Por mi parte, proyectándome a realizar la tesis de maestría que iniciaría al año siguiente (2015), decidí comprar uno sobre investigación cualitativa perteneciente a la serie Herramientas universitarias de la editorial Gedisa, de la cual ya contaba con un libro sobre elaboración de tesis doctorales por Umberto Eco, que en paz descanse.

Continué hacia la Catedral. Era un momento antes de la misa de las 6:00 p. m. en que la gente ingresaba libremente para orar, tomar fotos, o ambas cosas, lo cual fue mi caso. Lo que viene es una de las experiencias más intensas que he tenido en mi vida, sobre la cual ya he escrito dos publicaciones en julio de 2015 en mi cuenta de Facebook. Colocaré esas publicaciones aquí y no diré más.


163«En noviembre del año pasado estaba viviendo inmerso en una marea de incertidumbres. Frágil me encontraba, pero firmes eran mis convicciones respecto de lo que consideraba más importante. Había tomado ya la decisión de ir al reto de fin de año con la RML. En Arequipa me encontraba. Aquel viernes, entré a su catedral para apreciar su belleza y rezar. Había sido un año increíblemente turbulento en mi vida. ¡El más turbulento de todos! Con aún mucho dolor en el pecho, pasaba por cada una de estas imágenes. Era de tarde, el sol se iba poniendo muy lentamente. Apenas pasé por esta imagen, Jesús, me quebré, lloré. En un segundo, sentí una conexión muy grande, sentí que realmente me miraba. Él estaba ahí. Después de todo un año de sufrimiento, llegué a este punto, a menos de un día de embarcarme en uno de los retos más grandes de mi vida, un reto que esperaba fuera un punto de inflexión en cuanto a mi autofortalecimiento. Debo decir que lo fue, pero a ella ya no la volví a ver. Sin embargo, Jesús estaba ahí y me tocó en lo más profundo de mi corazón.

Te agradezco por todo. Me hiciste pasar por el más grande dolor, un año entero, pero me diste la más grande e inalcanzable felicidad. Ese recuerdo lo guardaré con cariño por siempre.»


165«Al costado estaba ella. María. Ella, que sé que reza por todos nosotros. Que siempre está para protegernos con su manto celestial. Sé que puedes no creer en ella, ni en Dios, ni en ninguna religión, qué se yo, y estoy seguro de que tus convicciones son muy fuertes al respecto. Pero, ¿sabes qué? ¿Por qué eso debería desunir a las personas? Yo tengo mi fe y la tendré por siempre. Mi fe existe desde el más profundo sentimiento y allí se mantendrá. No tengo que justificarme. Nadie tiene que justificarse ante nadie por su fe o su no-fe, solo por tus acciones en vida. Todos somos parte del mismo mundo y lo afectamos de una u otra manera. Seamos parte de este mundo.  

Gracias, Virgen María, por todo lo que haces por mí y la humanidad. Te pido por favor que no dejes de rezar por nosotros.»



Estuve luego orando, o intentando hacerlo. El movimiento de las personas y el sonido de sus voces impedía mi concentración. En eso, un joven que también había venido a orar empezó a hacerme conversación. Le interesaba la caminata de montaña y de ello estuvimos conversando. Me vio como alguien que podía haber venido de otro lugar a hacer algo de montaña a la región. Después, me acompañó a un mercado a comprar fruta para Chachani y, finalmente, nos despedimos.

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Unos ravioles tranquilos en El Hornito.

Regresé al hostal una vez a dejar lo que llevaba en las manos. Un rato después, salí nuevamente, esta vez a cenar. En el camino me encontré con mi amiga Cecilia y mi amigo Fredy, fundador de la Red de Montañistas de Lima. Hablamos por un momento, había buena energía en el ambiente. La noche estaba viva aquel viernes.

Retorné a El Hornito y pedí unos ravioles. Los sentí agradables en ese momento, pero no mejores que la pizza de lomo saltado que había cenado la noche anterior. Al día siguiente en el desayuno ordené de nuevo el mismo plato y cambié mi decisión de llevar tallarines a la montaña por otro plato más de ravioles, lo cual terminó siendo un fiasco, como contaré en la siguiente publicación.


Caminaba a mi hostal nuevamente. Harto movimiento en las calles del Centro. En los alrededores de la Iglesia de San Francisco, una gran acumulación de jóvenes aguardaba su momento. Era una noche ligeramente fría, pero fresca. Yo tan solo caminaba, caminaba y regresaba. Mi mente estaba ya totalmente sumergida en mi primera ascensión al volcán Chachani, 6075 m s. n. m.

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La noche de aquel viernes estaba viva en Arequipa.

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