Escrito el 17 de octubre de 2020. Editado en plena transición del 24 al 25.
Hoy es la primera vez que lloro por la añoranza, la añoranza de mi país. Bastó ver el video promocional que ha preparado el Gobierno en celebración de la apertura del turismo interno, como parte de la cuarta fase de la reactivación económica. El video despliega una canción muy popular en las radios hace ya una cantidad importante de años, compuesta por el roquero peruano Pedro Suárez-Vértiz, el mismo que compuso el tema de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Lima 2019, “Jugamos todos”. Cuando pienses en volver. No es por ningún aire nacionalista, pero creo que solo un peruano puede captar su letra en toda la sinceridad del mensaje, y toda su verdad. La canción ya no suena en las estaciones de radio, ya que, por los parámetros que allí se siguen, no se hace aplicable. Tampoco esperaría que fuera diferente, y yo mismo no escucho radio, con la excepción de un traslado en taxi, el uso del transporte público, conducir, o ir en auto particular a algún lugar. No obstante, cuando anduvo al aire, siempre la disfruté mucho, ya hace años. Tuvo su momento.
Su mensaje es, por un lado, una invocación a volver a tu patria, reconciliarte con ella, ya que, sin importar qué hayas vivido, siempre estará dispuesta a recibirte con los brazos abiertos. Por otro, es una invitación a que vuelvas a confiar en tu país, ya que es a partir del esfuerzo de todos que se lo puede llevar adelante, una motivación que surge desde las palabras de cariño de la propia madre. Y que, pase lo que pase, siempre recibiremos amor, incluso desde los propios recuerdos.
Para la campaña que acabo de ver, la mayoría de secciones de la letra fueron modificadas para adaptarlas al nuevo mensaje: donde hayas estado, siempre habrá al menos un peruano que quiera que regreses. Cada nación desarrolla un amor y una conexión particulares hacia su propia tierra. Y, dentro de ella, cada persona, desde su propia experiencia. Perú es un país que duele, pero a la vez que se ama tanto. Es, además, un país que, en estos momentos, extraño tanto. Tanto en el frío como en el calor; en la lluvia como en el despejado cielo; en sus calles, avenidas y en plazas; en su comida y la amabilidad de quienes la ofrecen; en su artesanía y sus textiles; en su arte y creatividad; en la sencillez y honradez de quienes ensalzan estos valores desde su trabajo y su búsqueda continua de crecimiento para sus familias; en sus ríos y lagunas; en sus lomas, cerros, nevados, volcanes y montañas de toda índole; en sus amplias playas y frondosos bosques; en sus múltiples culturas y danzas; en sus pastos inacabables y su agricultura; en la multiplicidad de sus animales y su vasta flora; en sus restos arqueológicos e inmensos misterios, siempre rodeados de grandeza. Y más, mucho más.
La canción se explaya en un video donde se muestra a los diversos artistas que la interpretan y miembros de otras especialidades, como la artesanía y la gastronomía. Entre las voces, aparece Renata Flores, cantante de trap en quechua, a quien tengo una consideración especial por la significancia y calidad de su trabajo y su preciosa voz. Asimismo, Lucho Quequezana está presente, multi-instrumentista y compositor de una forma de folclor moderno, y cuya música fue la base del evento artístico de inauguración de la VIII Cumbre de las Américas en el Gran Teatro Nacional, y que también ocupó pasajes fundamentales en, al menos, el evento de apertura de los Juegos. La música de Quequezana absorbe la vivencia del ciudadano de a pie, sus luchas diarias y sus sueños, y conecta a la audiencia con el Perú que está por venir.
El video está plagado de tomas desde tierra y aire de lugares del Perú, donde impresionantes paisajes están, en los momentos que escribo esto, llenando de vida el ambiente en que se encuentran y que representan, siendo repositorios de parte de la mayor belleza que existe en el país. Reconocer lugares que había visitado antes, como los interiores del lago Titicaca en Puno, o la Plaza de Armas de Cusco y su clásico Machu Picchu, me estrujó el corazón, a la vez que mi mente se posó en la actividad que más amo, la caminata de montaña, y el intenso deseo de volver a subirlas y observar el infinito desde sus cumbres.
Con los ojos dispuestos, regresé a mi habitación y las lágrimas fueron inevitables. Minutos después, empecé a escribir este texto, en la espontaneidad del momento.
Te extraño, Perú.
Cada vez falta menos.

Yo también extraño mi Perú. Sé que volveremos a recorrer sus calles con otros bríos, con otra mirada.
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Y volver a absorber su belleza en el cuerpo será mejor que un sueño.
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