He viajado a Cusco seis veces; la última, en junio de 2017. En unos meses más, se va a cumplir dos años desde la última vez que estuve allí. Además, no creo que este año pueda volver. Se siente tan alejado en el tiempo, que me causa una gran, gran nostalgia.
El motivo de mi lejanía, en un principio, se dio por historias que ya he contado en este blog en su momento. Ya después de superada la experiencia que me marcó, simplemente, no he podido volver. No obstante, ello no hace que tenga a Cusco lejos de mi mente. Yo planteé un proyecto fundamental y es lo que voy a continuar llevando a cabo.
Este año se presentó la oportunidad de estudiar quechua y la he tomado, aunque con dificultades económicas. De un tiempo atrás, aunque no muy extendido, el instituto de idiomas de mi universidad, Idiomas Católica, viene trabajando en su programa de lenguas peruanas, y ha implementado el estudio del quechua, la principal lengua originaria del país en la actualidad y que históricamente no ha tenido una tradición escrita, en ocho ciclos (de uno o dos meses, aunque la mayoría bimestrales, como descubriría después): tres básicos, tres intermedios y dos avanzados. Ya he superado el básico 1 con buena nota y me encuentro ahora en el segundo mes.
A continuación, formalizo el avance logrado en el proyecto Cusco Infinito, el cual espero retomar con intensidad, en dicha región, a partir del 2020.
Un fuerte abrazo.
Hitos en los mundos de experiencia cusqueña

Proveeré una explicación para estos números en una publicación adyacente.
Publicación actualizada el 28/11/2020.