Allí, en los resquicios de la memoria…

No tengo un recuerdo claro de mis inicios en este año, ni cómo me sentía. Lo que tengo son datos. Andaba trabajando en una empresa que aplastaba toda proyección porque su organización interna tenía las patas quebradas, y no existía voluntad de hacer las cosas de manera diferente. Ya había perdido sentido seguir allí.
En 17 de febrero fue mi último día de trabajo. Salí y, una vez más, era tiempo de vivir el no-estar-trabajando. Sin embargo, había dejado de hacer muchas cosas por lo consumidora de tiempo que era esta empresa, así que decidí darme un descanso y empecé a hacer lo que más me gusta hacer: mantenerme activo. Es decir, en teoría, no se trata de un descanso donde me eche en cama todo el día a mirar el techo, sino a mantenerme en actividad y aprovechar cada momento de cada día en la medida de lo posible.
Así, una de las cosas que hice fue viajar a lugares donde no había estado y retornar a otros que no visitaba hace tiempo. Entré al crossfit y la experiencia me pareció muy valiosa. Estuve yendo a la montaña solo y, en ocasiones, con amigos. Me matriculé en cursos cortos de índole académica y asistí a conferencias. Escribí bastante en mi blog y seguí con mis interminables cambios en su infraestructura. Cumplí mi sueño de entrar a un taller de teatro, el cual fue dirigido por una conocida actriz del medio, y donde formé un grupo de amigos y amigas geniales, con quienes he salido en otras oportunidades. Inicié una especialización virtual de Clacso que continúa hasta ahora y aún le quedan algunos meses, y está siendo un gran aprendizaje. Me hice seguidor muy activo del diario La República y he estado al tanto como nunca antes de las vueltas y revueltas de la política peruana. He leído amplio y variado. He visitado salas de cine y teatros, donde pasé grandes y emotivos momentos. Estuve en el Hay Festival de Arequipa, el evento cultural más increíble al que he podido asistir y cumplí mi sueño de ver y escuchar a Mario Vargas Llosa en persona, así como a Gustavo Gorriti, un periodista de investigación de amplio recorrido cuyo trabajo siempre ha golpeado fuertemente a la corrupción en el país. He subido una montaña más de mi proyecto de cumbres de Arequipa, y realicé el viaje más maravilloso de mi existencia al intentar la cumbre más alta del Perú, Huascarán Sur, en Huaraz, aunque no logré el objetivo. Sin embargo, lo que enfrenté y viví es algo que se hará parte de mí para siempre, y prometo regresar a intentarlo de nuevo. A fines de año, además, conseguí un nuevo trabajo del que estoy gozando bastante, y es en el mundo académico, en mi universidad, que tanto quiero.
¿Qué me está faltando? Pues un hecho que dejé especialmente para el final: haberme mantenido haciendo labor social gracias a las actividades a las que me pude sumar y, al inicio de ese camino, haber conocido a la mujer con la cual la felicidad se está redefiniendo en mi vida. Y es gracias a ella que me involucré en un proyecto como nunca lo había hecho antes respecto de un compromiso sostenido con una comunidad que he visitado a lo largo del año como voluntario.
Ha sido un año grande, sí, quizás el mejor de todos. No obstante, cada año me ha enseñado a punta de golpes emocionales lo que es madurar, y he aprendido que ese proceso jamás se detiene, porque jamás dejamos, justamente, de aprender. He crecido y me siento inmensamente agradecido con quienes han estado a mi lado en ese camino, ya que nos hacemos personas gracias a la mutualidad de los colectivos y la manera como encaramos los obstáculos que encontramos.
Y ahora, dentro de poco, será momento de saludar el nuevo año y subir al siguiente escalón de nuestras vidas. Ya existen continuidades y otras iniciarán más adelante. En cualquier caso, la mejor sonrisa en tu rostro bastará para empezar todo recorrido que se presente.
Aquí te dejo un buen tema con la participación de uno de mis cantantes favoritos, Adrián Barilari (aunque no aparece en el video…). ¡Saludos!