A qué renuncio cuando renuncio a esta empresa

Renuncio a su marcada influencia sobre la negatividad que he (había) desarrollado.
Renuncio a la hipocresía con que expresa preocuparse por el trabajador, cuando poco le importa lo que le suceda. Somos solo un monto, un puñado de monedas y billetes y no personas.
Renuncio a la indiferencia y desgano con que decide no apoyar a su gente y dejarla que se atienda ella misma a la deriva, cuando su labor, incluso, es efectuada en favor de aquella.
Renuncio a las exaltaciones desmedidas con que la cabeza trata a parte del cuerpo.
Renuncio a los insultos con que la cabeza se refiere a los demás.
Renuncio a la inequidad expresada en la inmunidad que tienen algunas personas, sobre las cuales ninguna regla innecesariamente punitiva aplica.
Y renuncio a la desfachatez despótica con la que estas reglas no aplican ni siquiera sobre quien las propone y administra, quien ni siquiera se esfuerza en cumplirlas.
Renuncio, asimismo, a la absurda inequidad de estas reglas, basadas enteramente en conceptos sesgados.

Renuncio a la pobre consideración que se tiene sobre algunos trabajadores.
Renuncio a la mentira expresada en decir algo con una mano para negarlo después con la otra.
Y renuncio a la vergüenza causada por la mentira sistemática a socios estratégicos.
Renuncio a los discursos de desmedro público sobre sus áreas.
Y renuncio a la desacreditación pública de jefes y supervisores.
Renuncio a los oscuros ocultamientos suscitados en secciones de ella misma.
Renuncio al desorden con que se salta cualquier jerarquía.
Y renuncio al no reconocimiento de los esfuerzos por parte de la cabeza.

Renuncio a los razonamientos ilógicos y reclamos absurdos.
Renuncio al lavado de manos ante los problemas.
Renuncio a la destrucción de procedimientos de trabajo y buenas prácticas.
Renuncio a las inentendibles órdenes que van en contra de los intereses de ella misma, provenientes de la cabeza, incluso cuando ha sido advertida de las consecuencias.
¡Y renuncio al gracioso egocentrismo con que la cabeza se jacta de su «irrefutable» lógica!
Renuncio a las políticas ineficientes de trabajo con proveedores, como tener un personal del cual se depende ampliamente cuando su calidad de servicio es total y absolutamente paupérrima.
Renuncio a saber de aquellas palabras, dichas a las espaldas, tan solo para destruir.
Y renuncio a las conspiraciones para «cansar» a trabajadores.
Y renuncio a la falsedad que usan algunas personas para salir de aprietos.

Renuncio a la estupidez y el absurdo, y esta será una lista que cierre aquí sin que esto signifique que no haya más por decir. Aunque, en realidad, ya no vale la pena decir más.

El área donde estuve fue un foco de resistencia ante el absurdo, pero en un momento nos dimos cuenta de que ya no tenía sentido.

Faltaba poco y ahora el reloj ya no filtra más arena. Continuemos.

 

¿Todo bien?