A ver, en simple. A inicios de julio, fui a escalar con mi buen amigo Ricardo a Ticlio. Por hacerme el idiota, en el descenso, tuve una caída y me destrocé la vida. Si bien tuvo el accidente un nivel de gravedad, agradezco a Dios y la Virgen que no lo fue aún más. Asimismo, siempre estaré agradecido a Ricardo por todo el apoyo que me dio ese día; a mis familiares, por todo el apoyo que me dieron ese día y en lo sucesivo; y a las amigas y amigos a quienes les conté el tema y se mantuvieron preocupados, siempre escribiéndome o llamándome para saber cómo estaba, como el mismo Ricardo, Meki y el gran Waldi por el lado de la montaña, y mi amigo de toda la vida, Mayck, por el lado laboral.
Largos meses pasaron desde aquella oportunidad. Antes de finalizar el primero de ellos, ya tuve que viajar a México, cojeando, para presentar una ponencia. Caminar tanto allá me fortaleció. Ni bien retorné, inicié mi trabajo en Multicosailor, donde he conformado un magnífico equipo con dos magníficas personas, Mayck y Miguel, y la seguimos luchando hasta el día de hoy. Mucho hay por hacer en todo el ámbito de una vida. Mis rodillas no se sienten igual. Nunca hice el reposo absoluto que ordenó más de una vez el traumatólogo, ni cumplí las terapias físicas y de magneto en la manera como la ordenó la doctora. Sin embargo, siempre recordaré a, y estaré agradecido con, la bella licenciada a quien le asignaron mi tratamiento, Katia, por todo lo que aportó a mi recuperación. Ella y su tierna seriedad, ella y su dulce forma de ser ella misma.
No sé si mi rodilla izquierda, la afectada, volverá a ser igual y a tener la fuerza de antes. Solo sé que ello no me detendrá en lo que deseo conseguir, y que esta cicatriz que ahora llevo en la cabeza es la marca que me define como persona, y me hace sentir orgulloso de todo lo vivido (en términos generales, por supuesto, ya que no quiero implicar que me siento orgulloso del accidente; aun así, de todas maneras, me cambió la vida). Pues, aquí estoy de nuevo, listo para seguir adelante. Ya nos encontraremos en ruta en algún rincón de la vida, bajo algún esplendoroso sol o brillante luna, en alguna calle gris o colorida montaña, bajo un viejo edificio o frondoso árbol, en compañía o en solitud, pero siempre con la mirada hacia el horizonte, como aquella que alguna vez lanzó el Che.
Una vez más, ¡pasos adelante y gracias!
Janis