Caminos por Nevería

25 de enero de 2015. Segundo trek del año. Retornaría a una de las lagunas más bonitas que he visto, una que incluyo en el rubro de mis favoritas: la laguna Nevería, ubicada aproximadamente por encima de los 4500 m s. n. m. en el distrito de Chicla, provincia de Huarochirí.

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Por aquí se ingresa.

Fue una salida organizada por la Red de Montañistas de Lima, de la cual me había hecho miembro hace poco. Como era usual, dormimos en el hostal Las Magnolias de San Mateo el día anterior y, muy temprano el domingo, si mal no recuerdo, salimos en transporte privado al paradero de Chicla para realizar la ruta clásica. Muy de mañana, el sol recién se estaba poniendo. Hay una primera caminata cruzando el pueblo hasta unos rieles que pasan al frente de unas casitas de pobladores de la zona.

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Gran iluminación.

Suele hacer frío en ese primer lugar por la sombra que hacen los cerros que abren el camino. Sin embargo, a medida que se supera la sombra mientras se va avanzando en subida por las escaleras de roca, uno va quedando expuesto al inmenso sol que se alza en el cielo y el panorama cambia. La primera parte del camino es una subida sin tregua por un camino visible que conduce hasta los aposentos de un poblador que, al parecer, vive en solitario y que, siempre que hay caminantes, sale a conversar.

Pasando ello, la subida continúa en algunos zigzag un poco más planos y se va alcanzando algunas lomas. Los verdes y azules son muy notorios en los paisajes de esta ruta. Se continúa un sendero hasta llegar a una colina bastante alta y empinada que hay que subir sí o sí. Es una sección difícil para personas que, en ese momento, están sin mucha resistencia física (recuerdo que, en ese viaje, un buen amigo mío, luego de gran esfuerzo, llegó únicamente hasta la parte más alta de dicha colina, y luego decidió retornar).

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Verdes y azules.
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La gran colina.
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Amé esos paisajes.

En cierto punto, ya iba andando solo adelante, al parecer. Dos amigas y un amigo habían salido más temprano esa mañana para ir por una ruta distinta, más larga; los encontraría en la laguna más tarde. Recuerdo que, cada vez que me detenía, miraba hacia atrás y quedaba con la boca abierta: la visión de las montañas era impresionante, y aquella vez los picos estaban nevados. Recuerdo también que, a lo lejos por detrás, veía una chica que iba avanzando a buen paso. En algunas fotos que tomé aparece como un punto pequeño, puede ser que la notes.

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Momento supremo. Algún día quiero pintar esa imagen. Es absorbente.
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Desde la cima de la colina, punto más alto de la caminata.

En esa misma subida, a veces, en medio del silencio, salen, de entre los arbustos, aves disparadas hacia abajo con un sonido notorio que te causa buen susto. Es inesperado. En la cima de dicha colina, me quedé a descansar un momento y tomar algunas fotos. Esa espera acortó el tiempo de distancia entre la chica y yo y, cuando ya empezaba a bajar por el lado opuesto (hay que descender nuevamente en dirección hacia la derecha para llegar a la laguna), ella me alcanzó y empezamos a conversar en la medida que caminábamos juntos. Bajamos y continuamos avanzando. En la pampa, mientras íbamos superando las leves lomas que faltaban, ella me contaba que practicaba el trail running, pero que, en esos días, andaba superando una lesión a la rodilla.

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De arriba abajo.
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Caminos por andar.
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Laguna Nevería.
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Más de cerca.

Resulta que esa chica se llamaba Roxy, y formamos una amistad por algún tiempo, aunque, en la actualidad, a pesar de estar conectados por Facebook, hemos perdido contacto. Recuerdo que, ya desde ese mismo día, empezaba ella a motivarme a entrar a su deporte, pero yo prefería enfocarme en la caminata de media y alta montaña. Llegamos a la laguna y nos encontramos con Liz, Silvia (mi muy querida Ruta de Viaje -un chiste interno-) y Yuri, buenos caminantes. Les presenté a Roxy. Más allá había dos personas más; no sabía quiénes eran ni si eran de nuestro grupo del evento. No hubo contacto.

Por nuestra parte, mientras quienes encontramos se quedaron descansando entre unas rocas, Roxy y yo fuimos a otras y seguimos conversando, descansando y alimentándonos un poco. Luego nos volvimos a juntar y pasamos un entretenido momento tomándonos fotos y selfies.

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Algunos efectos.
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Hora de retorno.

Después de un buen rato, había llegado la hora de regresar. Las demás personas que habían viajado aún no llegaban a la laguna. Para el retorno, me uní a Liz, Silvia y Yuri. Según recuerdo, Roxy decidió quedarse un rato más. No volvimos por el mismo lugar. En realidad, cuando empiezas a recorrer la pampa de vuelta, puedes pasar la zona por la cual descendiste y empezar a ascender más al fondo, donde encuentras algunos senderos en el camino. En el retorno inicial, nos cruzamos con algunos de los otros caminantes que recién se estaban aproximando a la laguna.

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Cruces.

Había empezado a formar un dolor de cabeza que me estaba debilitando. Era la segunda vez que venía a Nevería y la segunda vez que formaba la misma dolencia. La atribuyo al esfuerzo realizado en subir la gran colina. Liz, Silvia y Yuri estaban definitivamente más rápidos que yo. En la nueva bajada, luego de pasar el punto más alto, se llega a coger, más adelante, el mismo camino de la ida. En todo ese andar, yo iba detrás y ellos por delante. Yuri, en el tramo final, al verme algo debilitado y saber de mi dolencia, me ofreció amablemente un bastón, pero preferí no usarlo, ya que no era realmente necesario. Ya estábamos llegando, de todas maneras. Y listo, el pueblo ante nosotros otra vez.

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Aquí es.

Estuvimos conversando y comiendo un poco mientras descansábamos. En esa espera, me parece recordar que volvimos a juntarnos con Roxy, pero no estaría seguro. Fuimos a la carretera y esperamos un taxi colectivo. Tomamos uno vacío y fuimos de regreso a San Mateo. En esa ruta, empezaba a sentir algo de náuseas. Al llegar al paradero en San Mateo, no pasó mucho tiempo antes de que subiéramos al micro que nos llevaría a Chosica nuevamente, y de ahí cada quien a Lima. Nos sentamos al fondo. Sin embargo, al estar en el micro esperando su partida, las náuseas se materializaron en un poco de vómito, que expulsé en una bolsita que tenía (o que me regalaron en ese momento). Luego de ello, me pasó todo el malestar y estuvimos conversando sobre las causas de este tipo de problema de salud. A veces, se debe a un desgaste superior a lo que el cuerpo puede dar; entonces, se genera, y se tiene que cargar, ese desequilibrio, y además en altura. Incluso si uno puede sentirse ya descansado en cierto momento, dicho desequilibrio, que empieza a manifestarse en dolor de cabeza, se agudiza por la falta de agua y alimentos. A veces, puede ser necesario un poco más de descanso del que se cree suficiente. Aun así, supongo que es diferente para cada organismo. El año anterior, por ejemplo, en otra salida a lagunas, me dio también un fuerte dolor de cabeza que, principalmente con descanso, pude controlar. Sin embargo, esa misma vez, al retorno en la furgoneta, a Yuri le había pasado también el tema de arrojar. Durante el día, en su labor de guía aquella vez, él había estado, justamente, correteando bastante en subida y bajada para realizar ciertos apoyos, y eso lo había desgastado. En aquel transporte de vuelta a San Mateo, se sentó en sentido contrario a la dirección del vehículo y ello también contribuyó al malestar, según cómo lo veo. Aunque algunos podrían no estar de acuerdo conmigo, mantengo mi idea del desequilibrio corporal, el cual tiene sus formas de manifestarse.

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Visiones de niebla.

Y ya llegamos al fin de esta historia. Nevería es una laguna hermosa, de un color turquesa brillante que no te cansa de mirar. Asimismo, el camino está lleno de paisajes muy atractivos. Es una ruta muy recomendable para todo andinista que desee pasar un buen rato haciendo lo que más le gusta.

Saludos.

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Nevería, te volveré a ver.

7 comentarios sobre “Caminos por Nevería

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