Una de las máximas tradiciones de mi familia es pasar las navidades juntos. Es prácticamente fin de año y cada quien tiene sus propios pensamientos en mente sobre lo que ha vivido. Algunos momentos han sido más alegres que otros. Es complicado el tema familiar, pero está lleno de amor. Es tu primera base, la necesitas firme. Gracias a Dios, he tenido una familia unida a lo largo del tiempo, aunque no exenta de conflicto. Son ocasiones que se dan. Es natural desde el punto de vista de que cada quien forma su propio punto de vista, valga la redundancia. Y hablamos de un proceso formativo, se forma familia, y se convive. Se convive y se ama.
Un elemento característico de mi familia es la presencia de peluches en la casa. Son parte de la compañía familiar. Hasta les damos nombres. En la foto de arriba, del ’14, a la izquierda, Panchito y, a su lado, Trompitas. El primero, se lo regalé a mi mamá en su cumpleaños de ese año. El segundo, me lo regaló mi abuelita paterna Chelita la Navidad del ’06. Descansa en paz, abuelita. Esos peluches, quizás, lleven consigo el cariño que a veces cuesta profesar. Aquella Navidad fue la primera vez en que no hubo un intercambio de regalos como parte del día específico, aunque sí regalé unos libros y una agenda. Fue una manera de transformar nuestra tradición. El propio transcurso del año y el apoyo mutuo que nos damos ya es de por sí un regalo.
El ’14 fue un año de tantas experiencias. Caí hasta el fondo de un pozo, y luego comencé a subir nuevamente. Aquella Navidad, a partir de lo que había venido haciendo, ciertamente, buena tranquilidad ya había regresado a mí. No obstante, volvía a sentir esa tristeza que había sentido en casi todas las navidades de mi vida. Suelo estar susceptible en esas fechas; ya hablaré de ello en otro rato. No recuerdo la índole de mi tristeza en esa oportunidad; quizás fue más la vivencia de decepción. No lo sé. Y si lo fue, de seguro estuvo relacionada con alguien que había ocupado un lugar prominente en mi alma, pero cuyo ser ya se encontraba casi totalmente fuera de la misma. No importa ya.
Fue un año difícil el ’14, intenso. Pero también un año de despegues, despegues sin puerto de aterrizaje. Es una de las cosas que rescato del mismo. Tanto decaimiento no acontece sin un poco de luz. Esa Navidad estaba tranquilo. Me sentía feliz al lado de mi familia, y me sentía feliz de poder tener a mi familia a mi lado. Ya se respiraba un año nuevo con muchos proyectos y experiencias por vivir.
Doy gracias por mi familia.
Juntos, siempre juntos. Gracias por tanto.
Janis