Carta de saludo

Hoy quiero enviar un saludo. Las personas a quienes va dirigido son las siguientes: José Antonio Chicche, Fabio Durán, Alberto Monje, Ricardo Salazar y Meki Torres (en orden alfabético de apellido), pero en especial a tres de ellas, con las cuales alcancé la cumbre de una montaña ayer, domingo 30 de octubre, luego de haber formado un gran equipo de avanzada para el ascenso final (y descenso inicial), donde vivimos múltiples experiencias que podríamos considerar surreales. Ellas saben quiénes son. Sin embargo, el agradecimiento es global, ya que el aporte y las buenas vibras de cada uno de los presentes, de principio a fin, fueron vitales para el logro obtenido.

El mejor silencio es aquel que escuchas desde lo alto de una montaña. Llegar allí implica un singular esfuerzo cada vez, especialmente mientras mayor es la dificultad. Recientemente, hicimos un viaje que tenía como máximo destino el alzarnos sobre la cumbre del nevado Tatajaico, ubicado en la Cordillera Central, a 5342 m s. n. m. No pensé que la travesía de ida y vuelta sería tan dura. Ocho horas de camino desde la madrugada hasta la mañana para llegar a lo más alto, y más de cinco horas en retorno. Diversas fueron las superficies atravesadas, diversos los obstáculos. En la base del glaciar, cuando finalmente la pisamos, cuatro éramos quienes intentaríamos finalizar el recorrido. Nos encordamos y, bajo la dirección de nuestro amigo y guía Anthony, avanzamos adaptándonos a las circunstancias que se presentaban.

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Exigentes pendientes.

Como la vida misma, en la montaña debes saber actuar para poder sortear dificultades, y en ese «saber actuar» la creatividad, la tranquilidad y el estar dispuesto a lastimarte para lograr un objetivo mayor son claves. Con esto no estoy diciendo que sea un experto del «saber actuar», pero tengo la idea clara. Más que una idea, es una convicción. Una convicción con la que se va a encarar una montaña. Que puedes fallar, puedes fallar, y fallas. No obstante, lo que aprendes allí son enseñanzas de vida. La perspectiva de mundo cambia. Las personas con las que compartes llevan tu imagen del compañerismo a otro nivel, si bien se presenta conflicto también. En este sentido, pido perdón por el breve exabrupto que tuve en la bajada. Sin embargo, me reafirmo en que, dependiendo de la percepción, palabras que podrían quedar mal colocadas tienen la capacidad despertar pasiones, pero estas últimas deben encaminarse de otras maneras; lo sé.

Aquí estoy yo, tratando de aprender a cada paso que doy. Felicito a cada una de las personas que lograron la cumbre y a quienes lo intentaron y no pudieron llegar. El espíritu de quien está dispuesto a intentar sin recibir nada a cambio hace la diferencia en el mundo.

Gracias por su compañerismo, gracias por su amistad, gracias por su apoyo. Continuemos siempre fuertes en nuestros caminos y, si decaemos, nos levantemos nuevamente.

¡Pasos adelante, montañistas!

Que Dios los bendiga.

Janis

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Pasos adelante, siempre adelante.

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