Entendimientos sobre el significado social del trabajo

CLACSO son las siglas para Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Es un centro de producción de conocimiento muy basto en las ciencias sociales con una postura académica y política fuertemente de izquierda, aunque no de extrema izquierda. Al menos, no es lo que he interpretado.

Parte de ese conocimiento se desarrolla en la forma de libros que suelen ser compendios de artículos o capítulos de autores distintos, los cuales fueron preparados a partir de investigaciones diversas, incluyendo destinados a jornadas académicas (congresos, coloquios, seminarios, encuentros, foros, etc.). Toda su librería es descargable y se ubica aquí.

Los libros están clasificados en colecciones, una de las cuales se llama Grupos de Trabajo. El libro más antiguo listado en esta colección es Los retos teóricos de los estudios del trabajo hacia el siglo XXI (1999), cuyo compilador fue Enrique de la Garza Toledo.

CLACSO es una organización que llamó mucho mi atención en mi época más “izquierdistamente informada”, por lo que decidí llevar uno de sus cursos de especialización (una manera más rápida de decirlo a como lo llaman ellos: especialización y curso internacional en…), del 2018 al 2019. No mucho después me surgió el deseo de hacer mi propia biblioteca virtual de CLACSO, descargando los libros que se acercaran más a mis intereses.

En cierto momento, el esfuerzo lo pausé y largo tiempo dejé pasar. Sin embargo, no solo lo he retomado en las últimas semanas, sino que he descubierto que la biblioteca se ha organizado mucho más. Mi idea inicial era leer, durante el resto de mi vida, todos los libros descargados, pero nunca dejó de ser una utopía (como todos los sueños de la izquierda, ¡buena!). Y es que no solo descargo libros de CLACSO, sino de una gran variedad de organizaciones, y también artículos de investigación, informes y manuales de diversa índole.

Es equivocado creer que es físicamente posible leer todo eso, y más cuando, de la misma manera, ando construyendo mi biblioteca física, mi favorita. No obstante, mi intención actual es ir seleccionando poco a poco textos de distintas temáticas y épocas. Así, el libro que cité es el primero que elegí para leer de manera completa. Lo descargué por mi interés en el tema y lo decidí como primero por ser el más antiguo en la colección mencionada, que es una de las que más libros contiene. Siempre tengo esta idea de ir de atrás hacia adelante, pero me temo que tendré que intercalar. Hay tanto en el “atrás” que jamás llegaría al “adelante” si no es a través de una elección directa y sin preámbulos.

De lleno en el libro. Como lo señala el prólogo de Emilio Taddei, reúne las ponencias presentadas en el seminario que llevó el mismo nombre y fue realizado del 7 al 8 de octubre de 1999 en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, México. Visto en su conjunto, Los retos teóricos de los estudios del trabajo hacia el siglo XXI no es un libro de administración ni del estudio del trabajo desde la ingeniería industrial, obviamente. Es un libro, en cambio, de sociología de la evolución del trabajo, principalmente, durante el siglo XX, y cuáles fueron sus puntos de quiebre.

Notar que el seminario se realizó casi en la víspera del nuevo milenio, con tantas perspectivas (e imaginaciones) de futuro a partir de un siglo que estaba por llegar a su fin. Un fin enmarcado en una coyuntura dominada por el nuevo paradigma mundial que había asentado sus raíces en la forma de entender y administrar el desarrollo: el llamado neoliberalismo, cuyos orígenes estuvieron en el Consenso de Washington (1989).

Como ingeniero industrial, fue muy interesante para mí leer sobre el estudio del trabajo desde una perspectiva sociológica, desde una perspectiva de sociedad. Es decir, ya no se trataba de un yo desde la mirada de un hipotético “supervisor de planta”, sino de un yo analista de cambios sociales que profundiza en que hay toda una vida más allá de las eficiencias y las mediciones de tiempos.

Cada uno de los nueve artículos que componen el libro, algunos con una mejor expresión escrita que otros, contribuye a abrir el abanico de temas que pueden estudiarse e investigarse desde la sociología del trabajo. Resulta, sin duda, fascinante —a pesar de la falta de una mejor edición de formato para el archivo digital y de una mejor edición de estilo para el texto en general—. Y lo digo porque, si bien lo más importante es el contenido —por supuesto—, soy quien disfruta mucho más cuando su “fabricación” ha sido más cuidada.

Inevitablemente, algunos de los aspectos que estudié en el pasado fueron revisados aquí también, como el fordismo y el taylorismo en lo relativo a la evolución de la producción y el desarrollo de la industria. Ciertamente, los modelos de producción han tenido una gran relevancia en cómo se ha valorado el trabajo a través de las décadas.

Me sentí identificado, ya que yo mismo he reflexionado sobre los asuntos tratados, estudiado sobre asuntos sociales relacionados con el trabajo, y sido consciente de la precariedad interna y externa que sufren muchos trabajadores de empresas, y de cómo estos son conceptualizados en el mundo empresarial en contraposición con los avatares de sus vidas privadas.

Pero hay mucho más. Me gusta mucho la conexión que se establece entre la pérdida de la fuerza de los sindicatos a raíz del avance de la globalización, que copa vidas y países enteros. El sindicato existe, de manera ideal, para luchar por la defensa de los derechos de los trabajadores, pero tales disputas muchas veces están llenas de desacuerdos en su interior. Además, existe para luchar por la consecución de nuevos beneficios para los trabajadores, y pueden logran, incluso, que trabajadores no sindicalizados se vean igualmente beneficiados. Su fuerza radica en su capacidad para paralizar la producción u operación de una empresa mediante la huelga o, en casos más extremos, el sabotaje.

Es una relación de tensión continua. Sin embargo, podría preguntar por qué debe ser así, es decir, por qué debe existir el sindicato en primer lugar. De haber leído y estudiado brevemente a Marx, me fue muy fácil entender que el trabajo de los empleados de menor nivel jerárquico existe solo para que los del mayor nivel (gerentes) puedan alcanzar los objetivos organizacionales trazados, que redundan, a su vez, en el enriquecimiento de directivos y accionistas, todos los cuales, por sus altos sueldos o ingresos personales, ya tienen la vida hecha.

El empleado de bajo nivel jerárquico podría tener, incluso, un contrato permanente con sueldo fijo, y la empresa podría vanagloriarse de ser su sustento, pero ello no necesariamente significa que esa persona va a poder progresar, y menos su familia. A este tipo de empleados, muchas veces, se le regatea el sueldo hasta el mínimo posible a cambio de desempeñar una función determinada, por más habilidoso que pueda ser. Y es que, finalmente, es entendido como una herramienta y no como un miembro de mayor pertenencia que la sola relación contractual.  

Entonces, la empresa no necesariamente hace crecer de una manera integradora, sino que introduce disparidades. Es, justamente, lo que necesitan los mandos superiores, ya que proporcionar un mejor sueldo y una mejor condición de trabajo es igual a tener un poco menos de ganancia. Por tanto, todo aquello que “amenace” con reducir la ganancia esperada se vuelve susceptible de eliminación.

No obstante, como una sociedad está siempre en proceso de cambio, con una inflación que se mantiene o tiene fluctuaciones en el tiempo, los empleados, obviamente, necesitan, al menos, adaptaciones en sus sueldos para no estancarse ni ver sus vidas perjudicadas. Hay quien dirá: “Pero de todas maneras tienen un sueldo”, y yo le diré que no necesariamente ese sueldo representa el valor que ellos ofrecen a la empresa. (Ahora, hay empleados con aptitudes y actitudes distintas, pero eso ya quedará para otra conversación.)

No se puede negar que hay más factores que determinan o influyen sobre las posibilidades de una empresa, y también empresas que ofrecen un excelente trato a su personal, tanto económicamente como en condiciones laborales, dentro de sus restricciones financieras. Sin embargo, la idea central que deseo presentar es que ha habido, hasta hoy, falencias masivas que constituyen una problemática en la sociedad del trabajo, las cuales tienen que ver, en parte, con gestiones empresariales que dejan mucho que desear, cuyas las malas prácticas (ya sea por una falta de valoración del trabajador, insuficiente o inexistente planificación, deficiente elección de rumbos de acción y, por supuesto, corrupción) se encuentran ampliamente extendidas.

Volviendo al asunto sindical, si una empresa mueve millones, tiene sedes por todo el mundo, con cadenas logísticas internacionales e, incluso, organiza su trabajo en red desde más de un país, es más difícil que un sindicato tenga campo para ejercer su poder. Y, si lo tiene, no es tanto el poder que puede extender. Y es un esquema que puede suceder, asimismo, a un menor nivel (es decir, sin tantos “millones”).  


El trabajo es un aspecto muy importante en y para la vida de las personas. Están quienes ocupan altos puestos y ya tienen todo el dinero que necesitan, pero existen en mucho menor proporción respecto de la población consciente de su necesidad continua de conseguir un buen trabajo (según estándares particulares, los cuales entran en un campo bastante subjetivo y relativizado) y mantenerlo. Algunos de ellos, de ser posible, podrán hasta darse pie para progresar. Sin embargo, habrá además a quienes no les será posible acceder a un trabajo, sino que deberán inventárselo para poder comer en el día a día.

Donde los sindicatos mantienen su fuerza es, sin lugar a duda, en el sector público, un aspecto que no es del enfoque del libro. El sector público es el brazo ejecutor del Estado, que está desplegado por todo el país. Y el presupuesto que usa es en gran medida proveniente de los impuestos que paga la población. Por ello, con más razón, los sindicatos se empoderan para exigir lo que les corresponde (y lo que creen que les corresponde) a los trabajadores.

Lamentablemente, por experiencia, sé que, en ocasiones, hay demasiada exigencia para el tan poco aporte dado a cambio. Como el dinero en que se basan sus peticiones también va a provenir de la ciudadanía, incluye mi dinero, y es triste ver a personas cuya única intención es recibirlo para seguir vagando sin dar nada de sí. Muchos deciden vivir del Estado y van a defender con capa y espada su posición regalada frente a intentos de reforma.

Todas estas cuestiones, y más, atraviesan el mundo del trabajo en cualquier país. Y no debe olvidarse otra cuestión central: el estudio de la organización de la macroeconomía, otra bestia inmensa por domar. Ni tampoco el grado de regulación del Estado para proteger el comercio y el intercambio justo.

En adelante, quedará seguir profundizando.


Todas las imágenes para esta publicación las obtuve usando Copilot.

¿Todo bien?