Esperando buenos vientos: percepciones desde el Girls of Rock VI

Llegó el día del festival. Fui durante la mañana a un club de playa con mi familia, a nadar un poco. Retornamos relativamente temprano. Luego, salí con mi padre a comprar útiles escolares adicionales para apoyar a niños y niñas de una comunidad en Huanta, Ayacucho, como parte de un proyecto que coordina desde Lima una amiga, llamado Pasito a Paso.

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El cielo es el límite. Alturas de la sierra del departamento de Lima.

Los minutos continúan su camino. Estoy ahora en casa, esperando el taxi que me trasladará a Escena 7, en Barranco, donde se llevará a cabo el festival. El Girls of Rock, ya en su sexta edición, comenzó en 2011 como una iniciativa de dos personas suficientemente fuerte como para hacer que las cosas sucedieran. El festival, que en primer lugar busca siempre ofrecer un espectáculo de alta calidad, tiene como objetivo generar un espacio, en crecimiento constante, para que bandas de rock conformadas por mujeres se desempeñen haciendo su música en vivo con la organización y el trato que corresponde a todo músico dentro del medio. El tiempo de las varas y las soberbias debe quedar atrás en nuestro alicaído país.

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Llego al lugar, veo algunas personas afuera, pero no me percato de la cola sino hasta que el guardia de la puerta me lo indica. Da la casualidad que me toca colocarme detrás de una chica que me parece reconocer, pero al inicio no estaba con ánimos de hacer conversación. Simplemente, leer algunas noticias en el celular y respirar el ambiente de concierto. Estamos en la espera. De repente, sale la vocalista de una buena banda (una de las fundadoras del festival) a anunciar que hay algunas demoras porque en el local estaba finalizando otro evento y debíamos esperar a que su público se retirara.

Busco en Facebook la foto en que aparecía la chica que estaba a mi costado junto con la amiga que mencioné al inicio. Le pregunté si era ella, me dijo que sí. Inmediatamente, empezó la confianza y la conversación. Los temas fluían y fluían sin parar. Parte de nuestra conversación se centró en esta amiga, y solo tuvimos loas para ella. Esta chica, a quien llamaré Pamela para no revelar su nombre real, me demostró a través de sus palabras que siente una inmensa admiración por la amiga de quien hablaba, y es que esta amiga, sinceramente, solo podría despertar admiración y un inmenso cariño.

En medio de la conversación con Pamela, es ella quien ahora aparece para hacer un anuncio similar al anterior. Una vez que me reconoce en la cola, en un gesto muy amable, se acerca y me saluda con un beso. Luego, saluda a Pamela, quien le despierta ternura. Y se va.

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Llega el momento de entrar. Lo primero que quiero hacer es dejar los útiles que había llevado. Consulto a un mesero, pero no tenía la información que necesitaba. Sin embargo, veo a mi amiga a unos metros y me acerco. Nos saludamos nuevamente y me lleva al backstage para dejar las cosas. Allí estaban varias de las chicas que iban a tocar más adelante. Me quedé en la entrada: no era mi lugar y no quería interrumpir. Le entregué los materiales y me agradeció de corazón. Me acompañó hacia fuera del backstage y, luego, me ofreció sentarme en la mesa principal, con personas de la producción, tengo entendido. Sin embargo, ese no era mi lugar tampoco. Inmediatamente, identifiqué a Pamela en la mesa del costado y le dije a mi amiga que me sentaría allí. Nos despedimos.

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Kusama en escena.

Estoy en la mesa con Pamela. Conversamos y conversamos. Hacía calor. Otras dos chicas se sentaron con nosotros en la misma mesa, pero no hubo contacto con ellas. Ordené un Jack Daniel’s. El gran Charlie Parra estaba por ahí también. Aproximadamente a las 11 p.m. empezó el primer concierto: Kusama. Ellas mismas se presentaron e iniciaron su show. Al inicio, la gente las miraba de lejos. En un momento, la vocalista y bajista pidió al público que se acercara un poco, lo cual fue correspondido. Sin embargo, aunque podía notar la felicidad en el rostro de esta vocalista y las ganas de las tres músicos en sí, sentí que la presentación en general necesitó de mayor energía. Son una buena banda, sin duda, pero a veces los inicios de festivales pueden ser complicados, especialmente cuando el público recién empieza a despertar de su enfriamiento. Aplausos, bien tocado.

Pamela me dice que no es de ella estar sentada en una mesa y que necesita estar en el público. Te comprendo totalmente. Vamos, entonces. Sale una presentadora al escenario e introduce el festival, a la siguiente banda y lo que se viene, y también hace una mención a Kusama. Pide al público que se acerque más, lo cual también fue correspondido. Me pregunto, ¿por qué no saliste antes de Kusama para presentarlas a ellas primero? Un tema de coordinación, supongo, lo cual no opaca en absoluto el resultado final. Fue un excelente espectáculo.

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La Musa en escena.

El segundo concierto corresponde a La Musa. Su rock me pareció muy atractivo, muy bien cantado y tocado, rítmico, con tendencias al clásico. Queda en mi mente, además, los ojos cautivadores de su vocalista. Esta fue una de las mejores presentaciones de la noche para mí. Durante la misma, Pamela fue hacia la primera línea. Yo, whisky en mano, preferí quedarme donde nos habíamos parado inicialmente. No tuvimos mucho más contacto después de ello.

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Área 7 en escena.
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Diana Foronda. Frontwoman espectacular. Salud por eso.

El show continúa. La presentadora sale al escenario para introducir a Área 7, histórica en la escena limeña, la banda de mi querida amiga, y que fue otra de mis presentaciones favoritas del festival. Desde la vista del público, ella, con su espectacular guitarra eléctrica, se ubica en la zona izquierda. El concierto arranca con un riff introductorio muy bueno para luego empalmarse con el primer tema, Magnitud, de su segundo álbum, Máquina de almas (2006). De repente, entra a escena con gran empuje la vocalista, hermana de mi amiga. Su energía es imparable. Ella combina toda la fuerza de lo que está diciendo en su canto con múltiples interacciones con el público. Puedes notar en su rostro todo su carisma y motivación.

El concierto sigue su rumbo. He estado escuchando Área 7 recién en esta etapa de mi vida. Antes, solo había colocado algunas canciones. Esta banda, la cual podría verse como una combinación de thrash y nu metal, con predominancia del segundo estilo, compone muy buenos discos, con riffs poderosos, pero verlas en vivo es otra experiencia. Realmente. Ese despliegue de energía y dinamismo es digno de alabanza. Te aplasta la cabeza. Por mi parte, me encantaría, además, la inclusión de más solos en sus canciones, elemento que considero clave desde lo que constituye mi mayor preferencia. Sin embargo, Área 7 no deja de ser una excelente banda y me gusta cada día más. Y el público respondió muy bien, con pogos incluidos en diversos pasajes. En un momento, ingresó una ex baterista a tocar, Josie Romani, pieza clave en la organización del evento y primera invitada especial. 

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Fátima Foronda. No hay mayor belleza que la que puede emanar de un corazón como el tuyo ni mayor fuerza que la generada por riffs como aquellos que cobran vida a partir de tu guitarra. Nuevamente, salud por eso.

Y qué decir de ella, y qué decir de ti, amiga. En esta madrugada en que estoy escribiendo esto, siento que me falta inspiración. Quizás sea la desesperanza de saber que no puedo describir con solo estas palabras lo que proyectas en cada detalle, cada idea, cada mirada, cada acción que llevas a cabo. Estás allí, parada frente a nosotros, en total control de la situación, en total dominio de tu arte, uno de los tantos. Estás allí, tu cabello de un lado a otro, te cubre el rostro y luego regresa atrás, el público extasiado. El público de tu banda y también tu público. Mereces todo lo bueno que acontece en tu vida. Jamás decaigas en tu ánimo, porque eres más grande que la vida, ¿entiendes? Quisiera decirle personalmente a las personas a quienes quieres el gran privilegio que tienen en sus vidas por tener tu cariño. Si no lo saben ya, espero que lo descubran en el camino.

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Cierra el concierto. Ordeno otro Jack. Me quedo en el lugar donde me pidió el mesero que lo esperara. Me lo entrega y, de repente, veo avanzar en la dirección en que yo estaba a otra persona a quien quería ver y escuchar, alguien con quien espero formar una gran amistad. Ella es a quien llamo la mujer de los cabellos de fuego, y es una de las personas más amables, afectuosas, motivadoras y apasionadas que he conocido. Me reconoce y me da un efusivo saludo. Además, me presenta nuevamente a una de sus mejores amigas, a quien ya me había introducido en otra oportunidad. Me dice que cantará más tarde. No te preocupes. Ahí estaré.

Voy hacia el centro nuevamente, whisky en mano. En un momento se me acerca Pamela para decirme que ya se tiene que ir por ser tarde. Nos despedimos. En otro momento, mi querida amiga pasó con unos bocaditos para invitar a determinadas personas. Se detuvo cuando me vio y me invitó de ellos. La felicité por el concierto y le di un beso, aunque cuando lo hice su mente ya se encontraba en la siguiente fase de su camino, el cual siguió. Sus ojos expresan mucho.

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Las Tetris en escena.

La siguiente banda fue Las Tetris. Mucho sentimiento y encantadoras en escena. Si bien armaron una muy buena presentación, mi mente ya había empezado a divagar, a perderse en una nube de pensamientos. En relación con la banda, su tendencia es a ser un punk & pop o similar. Luego de Área 7, fue un descenso en las revoluciones. Son una buena banda y sé que tendrán un gran futuro.

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Cherrylips en escena.

Ordené un último Jack. La siguiente y última banda fue Cherrylips. Debo decir que, al igual que en el concierto anterior, mi atención se encontraba en otra escena. Mi mente, además, andaba algo debilitada ya por el ligero sueño que se iba presentando. Sin embargo, la banda montó una muy buena presentación y su excelente ánimo se mostró en todo momento

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Daniela Zambrano y Cherrylips en escena.

Llegó el momento de la segunda invitada especial, Daniela Zambrano, con Cherrylips como banda de soporte. Esta cantante tiene una hermosa voz, realmente. Gusté mucho de su presentación, compuesta por dos o tres canciones, no lo recuerdo bien. Siempre es reconfortante saber que hay tantos buenos talentos en nuestro país.

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Durante esta sección del concierto, vi pasar a mi amiga frente a mí una vez más. No hubo esta vez interacción, no era necesaria ya. Siguió hacia donde estaba un grupo de sus mejores amigos y se quedó con ellos. Vi la alegría en su rostro al tomarse fotos y disfrutar el concierto al lado de ellos. Yo, whisky en mano, parado allí, lleno de pensamientos que no requieren mención, me sentí muy feliz por ella, y es que lo único que siempre querré ver en ella es la alegría y brillo que emana de sus ojos cuando está feliz.

Sabes que te guardo un cariño inmenso, Fátima.

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Steph RED en escena.

Cherrylips, una buena banda y con gran precisión en cada tema interpretado, tocaría una o dos canciones adicionales antes de que, finalmente, su vocalista introdujera a Steph RED. Ingresa al escenario y lo primero que hace es saludar al público y saludar y alabar a las bandas que estuvieron durante la noche-madrugada. Solo cantó una canción, un tributo a “I love rock ‘n roll”, que fue bien ejecutada. Excelente acompañamiento de Cherrylips. El público, que en parte ya había disminuido por el tema del horario, dio el último suspiro para vivir este excelente tema y performance.  

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Al festival le faltaba algo más: ¡todas las bandas a escena! Fue un momento muy alegre. Algunos discursos, muchas fotos, papel picado, música, mucho color. Gran cierre.

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¡A celebrar!

Termina el show. Reconocí a un contacto que conocí en un evento realizado por mi amiga Fati y me acerqué a saludarlo. Luego, pasó nuevamente Steph y la felicité por el concierto. Me dijo que, si bien una canción podía resultar poco, la pasó muy bien. 

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La gente se iba yendo y empezaba la limpieza del local. Algunos quedaban. Sentía cierto cansancio del tiempo estando parado, pero no deseaba sentarme. Quería esperar a una persona más. Quiero esperar a una persona más. Estoy aquí, parado, cerca de una columna, y quiero esperarla a ella, mi querida amiga. Hay momentos que trascienden los eventos, de cualquier naturaleza que sean.

Finalmente, la veo salir del backstage, cargando sus cositas, con cierto cansancio en el rostro. Es tarde ya y había sido una madrugada intensa. Sus ojos reflejan muchas cosas. Quizás la natural preocupación que viene a raíz de los proyectos que se encuentra realizando, quizás una reflexión sobre la ejecución del evento, quizás las palabras que alguien le haya dicho más temprano o en lo reciente, quizás la imagen de algún amor lejano, quizás esa sensación de extraña incompletud que se percibe como un vacío en un inicio cuando se llega al final de un proyecto que se había preparado y trabajado con tanta anticipación, quizás la imagen de algún mundo que sufre y que ella desearía y necesitaría ayudar, quizás algún recuerdo importante, quizás el deseo no satisfecho de ver al alguien querido por ella que no haya podido asistir. Solo ella lo sabrá.

Nuestras miradas se encuentran y nos acercamos a saludarnos. Le agradezco por todo, ella me agradece por haberme quedado hasta el final. No podría haberme generado más ternura el verla. Luego de nuestro saludo, con mirada en el horizonte, sigue hacia apoyarse en una mesita. Sus ojos en búsqueda de algo o alguien en todo momento. Su temple no puede ser puesto en duda. Me doy cuenta de que no me queda más que hacer en el lugar. Me acerco a ella nuevamente y me despido con un último beso.

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Sunset desde las alturas del Misti, en plena escalada. El cielo será el límite.

Estoy saliendo del local sin mirar a nadie más. El tiempo muda tanto en estos días. Lo sólido lo es solo en apariencia. No puedo dejar de pensar en el libro de Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. Al final, somos solo viento y quizás no haya un punto a dónde llegar. Solo transcurrir y seguir nuestro camino. Quizás las únicas seguridades que existen están solo en nuestro corazón, y es desde ahí que debemos seguir avanzando, porque, como lo dijo un buen montañista en una conferencia, “es en la búsqueda de nuestros sueños que descubrimos cuáles son nuestros verdaderos sueños” (Fernando Caballero para la COP20). No dejaré de sentirme inspirado por esas palabras.

Afuera ya corre viento. Paro un taxi y retorno a casa.

3 comentarios sobre “Esperando buenos vientos: percepciones desde el Girls of Rock VI

  1. Sigo leyendo y releyendo tu blog, y tengo la sensación que leo a un narrador de cuentos que existen en la galería de autores famosos. Sigue así, que ello te hace feliz y alimenta el alma noble que tienes.

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