Cuando vi la página del evento, si bien no entendía muy bien cómo se iba a desarrollar, me llamó la atención por la extraña mezcla de palabras que podía ver: «Carmen», «Elton John» y «Ballet». Resulta que se trataba de una presentación dividida en dos partes: la primera, una representación de cinco canciones de Elton John (parece que, finalmente, fueron seis, y por supuesto que incluyó a “Rocketman”), compuestas por Bernie Taupin, en un estilo al que se llamó moderno y coreografiada por Jean Grand-Maître; la segunda, Carmen. Basta solo su nombre.
Invité a mi madre a ver al Ballet Municipal de Lima el 8 de octubre en el Teatro Segura, magnífico espacio para ver todo tipo de grandes producciones. No puedo negar que fue muy interesante presenciar las dos puestas en escena en una misma función (una después de la otra, por supuesto). Sin embargo, en cuanto a mi opinión de cada una, allí sí mis percepciones son terriblemente diferentes.
En el texto que aparecía en la página, se indicaba que primero se vería a Carmen y luego la “Suite” de Elton John, pero fue al revés en la realidad. En definitiva, un gran acierto.
En cuanto a la primera parte, según el mismo texto, la suite estuvo inspirada en Las Vegas, con vestuarios de la diseñadora Martine Bertrand (totalmente estrambóticos) e inmensas proyecciones de video creadas por Adam Larsen. Cada canción, además, mostraba una historia visual diferente, sin un enlace entre una y otra, excepto por un pequeño detalle: la puesta conjunta me pareció un monumento a la homosexualidad, por un lado, y al erotismo, por otro. Y, vamos, que algunos de esos trajes se excedían en ridiculez.
Por favor, no me malinterpretes. Debe ser que soy muy anticuado para poder disfrutar mejor de una presentación así.
Carmen fue historia distinta.
Coreografiada también por Jean Grand-Maître, pude detectar en el canadiense a un verdadero maestro. Desde Solange Villacorta, bailarina principal, nuestra Carmen, hasta culminar el resto del elenco, el desempeño fue muy parejo y de magnífico nivel. Y la obra estuvo embebida de una frescura que aprecié de principio a fin.
Sin duda, la experiencia es completamente distinta de aquella en versión ópera. No obstante, si bien estuvieron presentes todas las melodías clásicas de Bizet, se destacan estas mucho más en la versión clásica que aquí. Por supuesto, el elemento central, en esta oportunidad, no fue el canto, sino la danza, llevada a cabo con gran destaque.
Y de Solange, ¡qué puedo decir! Un nivel de expresividad facial y corporal sin límites, una soltura y capacidad tales que se comió absolutamente el escenario. Su actuación en sentido completo, sumada a la destreza de conjunto que observé, me hizo sentir orgulloso: allí estaba un elenco basado en Perú interpretando tan genialmente un alto clásico de la ópera mundial en versión balé (así se escribe en estricto español); una versión creada el 2002, como señalaba la mencionada página, para la escuela Alberta Ballet de Canadá. Y, si bien la Suite de Elton John se inspiró en Las Vegas, como indiqué antes, la segunda lo hizo, volviendo una vez más al texto, en la pasión de Sevilla. Carmen estuvo allí.
Ahora, si quieres saber de qué trata la ópera, tu tarea será la de buscar en la web, que hay más que suficiente información.

