Lo que debe contarse

Una obra que vi en octubre del año pasado fue No puedes dejar este cuerpo sin contar esta historia. El lugar: Casa Yuyachkani. Tres nombres: uno, Valeria García Cannock, quien la escribió y aparece como una sombra en movimiento detrás de un panel blanco durante la obra. Dos, Nadine Vallejo, quien la dirigió. Tres, Verónica Garrido Lecca, quien la actuó.

Había creído que se trataba de una obra testimonial, pero en realidad se trató de una autoficción. Lo supe tras leer, mucho tiempo después, un reportaje del 10 de octubre en el diario El Comercio. La dramaturga es, primordialmente, psicóloga y psicoanalista, quien se basa en su propia vida para crear la línea de una historia que incorpora elementos adicionales.

Desde el principio está Verónica en silla de ruedas. Le habla al público y empieza a recorrer su vida (es decir, la del personaje de la obra) desde su niñez hasta su situación actual. Verónica es, entre sus varias profesiones, bailarina —con el balé entre sus fundamentos y principal trayectoria— y actriz. La obra incluye como uno de sus aspectos más resaltantes el movimiento del cuerpo para la expresión. Más que claro, un campo donde es ella destacadísima.

El personaje desarrolla un deterioro muscular a lo largo de su vida hasta que, en tiempos recientes (2019), descubre un medicamento ultra caro en Estados Unidos con el potencial para frenarlo. Valeria es interpretada por Verónica, aunque sabemos que solo una parte de la vida de Valeria es representada. Fue un acierto, aunque suene súper simple, que no veamos a Verónica liberarse de su silla de ruedas hasta bien avanzada la obra. Me hizo entrar en el contexto automáticamente. Sin ser un experto, puedo intuir que la mano de Nadine estuvo presente en todo momento para conformar una trilogía de mujeres, dentro de un equipo más amplio, que conforma el motor de lo que fueron excelentes e inolvidables 60 minutos.

La sala, aquella noche, se sintió psicoanalítica. Y el guion incluyó su toque psicoanalítico también, no solo en las palabras del personaje, sino también —interpreto— en la organización de los objetos. Una vez más, no soy un experto. De todas maneras, hay algo de psicoanálisis en toda obra de buen teatro, o se puede desprender su esencia de esta.

Vi, luego de años, a una docente que tuve una vez en la universidad. También, ella, en la profesión de psicoanalista. Es más, me dio la impresión de que había organizado que un grupo de personas de mayor edad, que o bien eran psicoanalistas o se estaban formando para ello, asistiese. Solo la vi. Ni se acordaría de mí, ni nunca hubo la confianza suficiente como para que le hiciese recordar. Aparte, no soy alguien que haría un intento así. No llega a interesarme.

Valeria-sombra, que en principio me pareció una pantalla detrás del panel, es la psicoanalista de Verónica-Valeria-No Valeria. Escuchamos sus conversaciones. En cierto sentido, es como si Valeria se hablara a sí misma, como si fuera su mente, pero no lo vi así al momento de la obra.

El personaje encuentra la manera de tener acceso al medicamento y el tratamiento que implica, lo cual le significa viajar más de una vez. El efecto es positivo sobre su salud. No obstante, el proceso se ve dificultado por la coyuntura de pandemia por la Covid-19. La obra no deja de mostrar que no fue posible para ella encontrar en Perú una atención especializada para su atrofia. No solo eso, sino que implicaba cierta fortaleza el haber hecho lo necesario para acceder a lo que necesitaba de y en Estados Unidos. Una capacidad que podía ser —y seguramente es— esquiva para muchas personas.

No recuerdo el final. Pero, sí, que Valeria salió a escena y recibió un magnífico aplauso. La Casa Yuyachkani está llena de momentos difíciles de olvidar. Conocerla, por fin, fue una de las mejores cosas que me pasó el 2024. Un espacio donde el teatro ruge.

Afiche de presentación en Joinnus, captura.
Podría titular esta imagen Lo que pintamos con nuestra mente. (Copilot)
Verónica Garrido Lecca, «bailarina, actriz, creadora multidisciplinaria, gestora cultural y docente», como lo señala su página web, veronicagarridolecca . com.

¿Todo bien?