De fantasmas y parejas: lo que causa escribir un buen libro

Un exitoso escritor, Carlos Condomine, vive con su segunda esposa, Ruth, en una casa de personas pudientes. Su primera esposa, Alice, había fallecido hace 7 años, pero claramente ya había superado la pérdida. Para un nuevo libro que está escribiendo, requiere conocer más sobre el ocultismo, así que organiza con su esposa la visita de una conocida médium, madame Arcati, sin manifestarle su verdadero objetivo, para una sesión de espiritismo, y también invita a una pareja amiga. Sin un completo control de los resultados, la médium termina invocando a Alice, quien solo es visible y audible para Carlos, aunque puede intervenir sobre los objetos y, ello, ser observado o notado por los demás.

Sí, es una genial comedia muy bien actuada por el tremendo elenco que participa, con actores y actrices que despliegan una naturalidad sin límites para hacer lo que debían y saben hacer. Del desconcierto generalizado inicial, Carlos pasó a llevar una vida, con un cierto y extraño orden, tanto junto a su esposa como su exesposa a la vez, en donde la primera estaba bien al tanto de la segunda y se comunicaba con ella (o le dejaba mensajes) a través de él.

Los celos eran palpables y las situaciones impensadas también, como cuando Carlos salía a pasear con el fantasma de Alice con la más humana naturalidad. Sin embargo, ella llegó a confesarle que, en vida, le había sido infiel. Resulta que Alice, en aquel tiempo, era alguien que solo se preocupaba por su mayor conveniencia y andaba a la búsqueda de divertirse. Podía notarse que, en su estancia fantasmal, no había cambiado mucho acerca de lo primero. Y no solo eso, sino que, internamente, requería de la muerte de Carlos para que pueda estar con él en el mundo fantasmagórico por siempre. Y lo intentó.

Justamente, debido a un acontecimiento no esperado, una de sus intervenciones en el mundo real terminó llevándose la vida de Ruth. Al no poder deshacerse de Alice, Carlos contactó de nuevo a la médium para que intente mandarla a su “mundo”, pero lo que ella logró fue traer a Ruth del más allá. Hermanadas en lo fantasmagórico, las circunstancias hicieron que ambas pasasen a llevarse bien de lo mal que lo hacían antes, y le hicieran la vida “a cuadritos” a Carlos.

Finalmente, luego de tantos intentos fallidos por revertir la situación, Arcati y Carlos llegaron a darse cuenta de que, un personaje que hasta el momento no había mencionado en este escrito, la cocinera y personal de servicio de la casa, una joven particularmente graciosa en su manera de ser muy atenta con sus empleadores, podía tener algo que ver. Aquí, no deseo adelantar nada más.

Captura de pantalla de la página de la obra en Teleticket.
No es la mejor foto, pero allí está.

Fue una obra agradable, divertida, de actuación fina y resaltante escenario, que vi en familia en el Teatro Ricardo Blume, de distribución circular, la cual exige un enfoque particular sobre la coreografía en los traslados, las posiciones y posturas de los personajes, con el fin de cubrir todo el espectro de la sala de una manera equitativa.

No hubo tanta gente en el no tan frío domingo en que la vi, y me dio pena que no hubiese más personas en Lima que gusten de este arte. Destaco el tremendo aplauso que recibió Celeste Viale por su más que magnífica performance. Asimismo, me alegró ver una vez más a Wendy Vásquez y Andrea Luna (tan sublime), dos actrices que absolutamente sobresalen en todo rol que llega a sus manos. El elenco completo podrás encontrarlo, seguramente, en la web. Lamento no haber nombrado a todos.

La obra fue escrita por Noël Coward y, para esta versión, dirigida por Mateo Chiarella Viale.

Imagen que usé como portada. La obtuve luego de varios intentos con Copilot. Finalmente, me decidí por esta para no seguir indagando.

¿Todo bien?