Retablo, dirigida por Álvaro Delgado-Aparicio y escrita por él y Héctor Gálvez, cuenta una historia que deviene en una profunda tristeza, una vital toma de conciencia, una madurez acelerada y un dejar atrás tornado inevitable. Cada detalle, además, denota que ha sido realizada con mucha maestría y dedicación. Los Andes peruanos son siempre hogar de paisajes inalcanzables, de superación, de comunidad, de compañerismo, pero nunca exentos de una distante melancolía.
Amo a mi país, sus montañas, sus cielos andinos, sus pueblos, sus colores, su amabilidad, su calidez. Mi mente se centra en el Perú del centro transversal de norte a sur al escribir estas palabras, debo aclararlo, desde Cajamarca hasta Puno. Hay una fina cualidad que se percibe en la relación familiar que es especial, cercana, de acogimiento. Y también un intenso dinamismo en la actividad colectiva comunal que permite el desarrollo de la comunidad. Es la unión, la mutua protección, la alegría compartida. La experiencia de la vida se hace más abrazadora, justamente, porque no existe el lejano “ideal”. Cada paso es esfuerzo, resistencia, crecimiento. Cada momento es la meta alcanzada, la tranquilidad de que la vida esperada está allí mismo.
Pero vayamos a la película. Él enseña a su hijo, con un cariño absoluto, a seguir sus pasos. Es retablista, reconocido, un estatus de trabajador que implica un nivel de destreza ampliamente respetado. Ser maestro retablista es ser artista mediante la artesanía. Se elabora figuras de seres, personas, desde masa preparada con papa, las cuales pasan a formar parte de una imagen, una “fotografía”, una representación de la realidad envuelta en colores y detalles que llenan de vida la maqueta. De uno o más pisos, dichas representaciones se localizan al interior de armarios de tamaño adaptado, con techo usualmente triangular (en caída), y se abren a través de una compuerta que abarca la fachada completa, como invitando al observador, al visitante, a pasar. Cada retablo nos invita a entrar al abrir sus puertas, a sentir el calor de dicho hogar. O, tan solo, a apreciarlo: su arte, su destreza, su calidez.
Estas historias, que pueden verse como un hito en el tiempo, llevan consigo una significancia que solo puede captarse mediante la identificación. Quizás, cada uno de nosotros sea un retablo, con múltiples pisos en nuestro interior y aún más representaciones. Y, tan solo, lo que internamente buscamos es el invitar a pasar a la otra persona para poder conversar, hacer amistad, compartir el momento. Y quizás, también, lo que busquemos sea librarnos de una vez por todas de la desconfianza en el otro, y vivir, por fin, lo que serían las más genuinas paz y alegría.
Pero luego, él ya no es más él y, frente a las circunstancias circundantes —un hogar que ya no es más y un pueblo en rechazo—, su hijo debe saber, y poder, ponerse de pie y alcanzar un nuevo entendimiento de la vida para poder continuar. Los retablos no siempre guardan aquello que nos es agradable, vale advertir, sino también momentos de tristeza y profundo sufrimiento.
El retablo que los contiene a su padre y a él, hecho por sus propias manos, unas manos llenas de amor luego de un gran dolor y confusión, es una de las capturas más poderosas del largometraje. Lo es por su ternura, infinita, sin límites.
La relación padre-hijo, en toda su turbulencia, no deja de conmover. Es la identificación, es el retablo.
El seguimiento de la respiración agitada del hijo y la escena en movimiento de su tránsito en esa especie de alegoría de túnel donde lo que se encuentra al final no es una luz —y a pesar, volviendo a la realidad, de estar bajo un inmenso sol—, en una sola —y trágica— toma, son verdaderamente magistrales. El uso del quechua fue una decisión de primer nivel. Magníficas actuaciones, con una Magaly Solier descomunal. Retablo es una de las mejores producciones que se han realizado en el Perú, una película que no puede dejarse atrás. Un verdadero lujo.

La información a continuación la tomé de Netflix en su momento:
RETABLO
En el alto de los Andes, un adolescente y su padre trabajan juntos como artesanos. Sin embargo, el lazo familiar se rompe cuando el hijo descubre un gran secreto.
Dirección: Álvaro Delgado-Aparicio L.
Guion: Álvaro Delgado-Aparicio L. y Héctor Gálvez
Elenco
Junior Béjar Roca, Amiel Cayo, Magaly Solier, Hermelinda Luján, Mauro Chuchón, Claudia Solís, Coco Chiarella.
